De tan mala, tan mala, buena (o peor)…

A estas alturas no me cabe duda alguna de que «Felipe y Letizia», la pomposa apuesta de Telecinco para borrar del mapa televisivo a la presuntuosa y carente de contenido «Hispania», es el acontecimiento televisivo del año.

En un ejercicio de paroxismo que la equipara con Paul Verhoeven y su intencionadamente espantosa «Showgirls» (sin lugar a dudas la mejor peor película de la historia), Joaquim Oristrell, su director y guionista, parodia lo cada vez menos intocable mediante un juego de espejos que refleja, en una segunda y, en ocasiones, tercera mirada, lo que pretende contar envolviendo su casposa superficie con el más cursi papel de celofán a medio camino entre el telefilm rosa más vomitivo (de esos que protagoniza John Stamos) y un celebrities perpetrado por los tipos de Muchachada Nui. Todo ello redactado mediante hilarantes interpretaciones, un guión risible y orgulloso que se reafirma en su mediocridad y que no se avergüenza de echar mano de todo lugar común imaginable, y de diálogos aparentemente inocuos que no solo no ocultan las segundas lecturas, sino que abiertamente las señalan.

Oristrell puede tener un talento cuestionable, pero sabe desenvolverse en los terrenos de la comedia como pocos. Conoce cada resorte y mecanismo que hace avanzar una comedia y lo utiliza para asestar una monumental peineta a los directivos de Telecinco, entregándoles lo que deseaban al tiempo que relata lo que le viene en gana. Así, resta gravedad al material exagerando las imágenes públicas de sus protagonistas. El rey Juan Carlos (Juajo Puigcorbé) es ilustrado como un tipo campechano que muestra, merced a  diálogos propios de Paco Martínez Soria, una faceta mujeriega y una potente vocación de calzonazos siempre a la sombra de una distante reina Sofía (Marisa Paredes), que abusa de las miradas cortantes y un dramatismo inocuo (memorable el diálogo en el que asume que el riesgo de morir va con el cargo de rey/reina). Por su parte, el príncipe Felipe (Fernando Gil), carente de matices, relega cualquier protagonismo en dócil actitud hacia Letizia (Amaia Salamanca), auténtica protagonista del esperpento que es interpretada como una periodista intrepida, brillante e independiente (esa escena enviando un crónica desde Bagdad me pierde) que deja entrever un resabido carácter mandón y unas prometedoras reminiscencias trepas.

El resto de los personajes funcionan a juego con un artefacto cómico ¿a su pesar? Porque sería necesario cerrar muy fuerte los ojos y taparse los oídos con cera para no darse cuenta de que todo, desde la puesta en escena alucinantemente edulcorada, hasta una banda sonora más propia de una caja de música, no es más que una ópera bufa que no duda en subrayar lo anacrónico de la historia que cuenta. La comedia del año que sólo puede disfrutarse de un modo posible: armado de palomitas, cerveza y considerables dosis de humor. Y para muestra, una de las fotos promocionales de este glorioso engendro. Ni los Monty Python…

8 pensamientos en “De tan mala, tan mala, buena (o peor)…

    • No creas que yo veo demasiada. Por regla general me aburre, pero jamás he domonizado (ni lo haré) a los que santifican a la caja tonta a diario. Esta patochada, en cuestión, la vi por casualidad y de refilón. Y como degustador de la más nutritiva basura (mainstream e indie) debo reconocer que es una estupenda tomadura de pelo.

  1. Alex,
    la verdad es que no he visto la serie,tampoco Hispania,estoy bajo el síndrome adictivo de «Anatomía de Grey» serie que me ha enganchado como hacía tiempo no me enganchaba ninguna,así que de la tele,series ahora mismo,ninguna,pues Cuatro ya finalizó la emisión de AdG y me tengo que buscar la vida para verla,ya me entiendes;)
    bss

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