Boo Radley en la azotea…

Poco antes de que comenzase el rodaje de «Matar un ruiseñor», Gregory Peck le dijo a Harper Lee que necesitaría conocer a su padre (claro inspirador del personaje principal, Atticus Finch) para comprender al personaje y así poder construirlo mejor. El anciano señor Lee, muy delicado de salud, apenas pudo extender la mano al actor cuando fueron presentados días más tarde. Se sentaron frente a frente en el porche de su casa de Monroeville mientras vaciaban los vasos de la limonada que Harper preparó para la ocasión. No se sabe de qué hablaron durante todo aquel tiempo, probablemente de nada importante, lo cierto es que Peck se marchó de allí impresionado.

Finalizado el rodaje, Harper Lee comentó con Peck la buena impresión que había dejado en su recientemente fallecido padre y en ella misma. Su interpretación de Finch (considerada una de las más altas cotas interpretativas de la historia del cine) la conmovió al punto de que le regaló el reloj de bolsillo que perteneció a su padre, sellando una amistad entre ambos que nunca se rompió. Abrumado por el presente que había recibido, Peck siempre lo llevó encima, incluída la noche que recogió el Oscar a la mejor interpretación masculina de 1962.

No mucho más tarde, durante un vuelo Londres-Los Angeles, Peck perdió el reloj en el aeropuerto de Heathrow. De nada sirvió que ofreciese una generosa recompensa a quien le devolviese el reloj extraviado. Nunca volvió a verlo. El pudor, y cierta vergüenza por no haber sabido cuidar tan valioso regalo, le hizo ocultar este hecho a la escritora durante años. Finalmente, durante una fiesta en Nueva York en la que coincidieron, Peck se atrevió a contar lo ocurrido a Lee acompañado de unas sentidas palabras de disculpa. La escritora, desconcertada en un primer momento, acabó contestándole: «No importa, solo era un reloj».

peck-lee