Dorothy Parker conoció la soledad oculta en el fondo de una botella, escribió a los brazos de extraños que expedían calor y supo pronto que al que le arrancan algo de cuajo nunca volverá a recuperar la inocencia.
Primero llega el dolor, después el rumor del último latido, finalmente el silencio. Diez años de silencio.
He caminado por la arena nivelada
a lo largo de una extensión de gris:
desde lo alto de las dunas al extremo del mar,
salvo yo no hay ningún ser vivo.
He echado el pesado cerrojo
contra los golpecitos de la lluvia,
y he tiritado ante la chimenea, para ver cómo
pasan las horas oscuras.
La tormenta de medianoche, el litoral desolado:
viví a solas con ellos;
pero aquí, en el recodo de tu brazo,
está la soledad.