Ruido sin Cuento…

En 1938, Superman se convertía en el primer superhéroe dibujado. Cuarenta años más tarde, Richard Donner era el encargado de llevar a la pantalla su esencia, creando, indirectamente, un subgénero cinematográfico. Aquel primer contacto con la pantalla de plata llegó impregnado de polémica y fuertes discusiones entre los fans más acérrimos sobre la idoneidad del, entonces desconocido, Christopher Reeve para dar carnalidad al hombre de acero, por el astronómico sueldo exigido por Marlon Brando para interpretar el papel de Jor-El y por las dudas sobre la rentabilidad en taquilla de una película de presupuesto tan elevado dedicada a un superhéroe en caída libre en cuanto a popularidad. Por entonces todo se negociaba de modo diferente, de modo que los 40 millones recaudados en Estados Unidos y Canadá (muy lejos de los entre 55 y 60 millones que costó rodarla) no supusieron demasiado trauma para un icono incomprendido, víctima de su propia invulnerabilidad. Lo impepinable es que Superman cae mal. Muy al contrario de la opinión generalizada, soy de los que se identifican con un tipo cuyo mayor atractivo (y el menos valorado) es su soledad, siempre mal explotada.

Tras su exitoso reflotamiento de la franquicia Batman, Christopher Nolan fue requerido para repetir la hazaña con el hombre de acero. Lo que parece no haber tenido en cuenta al aceptar el encargo fueron los condicionamientos. Batman atrae a las nuevas generaciones porque carece de moral. Superman es el tipo noble que antes de encargarse del villano posa a los inocentes en un lugar seguro. Batman tiene un pasado turbio que ha marcado su carácter cínico. Superman carece de pasado. La iconografía del hombre murciélago es oscura. La de Superman es tan colorista como el desfile del día del orgullo gay. Mal punto de partida.

El segundo error de Nolan consistió en dejar el proyecto en manos tan viciadas como las de Zack Snyder, prometedor talento emponzoñado por errores no reconocidos que han provocado su loca huida hacia adelante. Una escapada llena de ruido y furia sin cuento que alcanza su máxima expresión en «El Hombre de Acero».

Al contrario que Bryan Singer en el penúltimo intento de reflotar al superhéroe, Snyder toma nota de los logros conseguidos por Nolan y decide ensuciar (algunos emplearían el eufemismo «actualizar») la imagen icónica de Clark Kent. Después se afana en reconstruir su árbol genealógico abusando de una peripecia anecdótica (el episodio en Krypton) hasta el hartazgo. Los abrumadores efectos especiales en los que se apoya aportan la primera dosis de ruido al muro sónico que se aproxima. Treinta largo minutos más tarde, comienza la reconstrucción de la vida terráquea de Clark Kent. Snyder lo hace con acierto, utilizando flashbacks para reconstruir su infancia y adolescencia al tiempo que se presentan las circunstancias que han convertido a Kent en un tipo huidizo. Minutos brillantes, en los que no faltan referencias al aislamiento y al sentido de la justicia del personaje, destinados a convertirse en un oasis de difícil localización en el mapa global de la cinta. Por entonces ya hemos perdonado el torpe empleo del talento de Russell Crowe (un subsidiario más de la teoría del ruido) y la deslabazada presentación de Lois Lane (Amy Adams) que se puede entender como una deuda perpetua y excusable que el cine debe a tan maltratado personaje. Hemos pasado por alto que los padres de Clark Kent (Diane Lane y Kevin Costner) sean de cartón piedra. Perdonamos incluso que el nuevo Superman, Henry Cavill, tenga el mismo carisma que una ameba y unas dotes actorales incluso por debajo del protozoo. Somos felices con tan poco. Hasta que llega a la Tierra el general Zod (brillante Michael Shannon) y ya no nos quedan perdones que dispensar.

Un largo (largo, largo, largo) carrusel de ruido y destrucción comienza entonces. Sin apenas pausa, el mundo entero queda reducido a cenizas al tiempo, me temo, que la épica de un personaje más indestructible que nunca. Más lejano de lo que jamás estuvo. La narración deja de existir en favor de unos efectos especiales que toman el mando de una operación destinada a cegar y ensordecer. Mientras, el anonadado espectador pide más y más difícil a riesgo de proscribir a la coherencia. Y Snyder, atento a sus plegarias, se lo da.

La peor versión de Superman jamás rodada será la que perviva. Así son las cosas. La taquilla no ha sido deslumbrante, pero ha dejado al personaje en ganancias por primera vez en su lastimera historia. Habrá continuación de la ópera bufa. Teniendo en cuenta la regla de tres que exige un crescendo sin pausa, me pregunto qué se destruirá la próxima ocasión. ¿El sistema solar? ¿La Vía Láctea? ¿El Universo? ¿Nuestra fe?

superman

 

De listas…

En la revista PREMIERE, algo así como el Fotogramas yankee, son muy aficionados a las gililistas. Las tienen de todo tipo: las estrellas más sexys, las películas imprescindibles, los personajes más poderosos… Ellos se divierten así, que se le va a hacer.

Toda lista es un error en sí misma (conste que lo afirma un adicto a elaborarlas) por muchas y farragosas razones que sobra enumerar. Y es que algunas se las traen. Echen un vistazo a ésta: 

LAS 20 PELÍCULAS MÁS SOBREVALORADAS DE LA HISTORIA

CHICAGO

El mayor acierto de la lista… y casi el único. Tostoncete en clave revival que se cree innovador pese a su poco disimulado olor a naftalina. Solo los crujidos de las caderas de Gere a la hora de bailar tienen cierta gracia.

Enhorabuena… Habeís acertado una. Unbelievable!!

CLERKS

Inofensiva bobada que pasará a la historia por el chiste de la mamadas de la novia del protagonisa. No vale mucho, la verdad. Y con el tiempo aún menos. Claro que comparada con la onanista segunda parte es una obra capital.

2 de 2.

FANTASÍA

En cualquier caso la película de Disney debería estar en una lista antagónica. Ganó algún Oscar en su día, pero no la vieron ni los academicos que la votaron. Peor para ellos. Se perdieron una obra maestra adelantada a su tiempo.

CAMPO DE SUEÑOS

Te puede gustar o no Kevin Costner. Puedes odiar el baseball, deporte marciano como ninguno. Seguro que aborreces la tormenta de buenos sentimientos que arrecia en la granja reconvertida en diamante. De acuerdo, pero es innegable que esta película funciona y a toda máquina además.

Perdiendo facultades… 2 de 4.

CARROS DE FUEGO

ANATEMA!! Pero quién puede negar la poética grandeza de la única peli buena de Hugh Hudson. Por Dios. Empiezo a creer que para hacer esta lista se han basado en las películas afortunadas de directores (luego) caidos en desgracia. Y menuda caída la de Hudson… Ni el Coyote se pegó tal sopapo.

Buen ojo, sí señor. Donde estén las películas de Shaquille O’Neill que se quiten estas pijadas britanicas.

EL INDOMABLE WILL HUNTING

Para considerar sobrevalorada a una película primero debería haber sido valorada, digo yo. Y es que el este extraño híbrido solo sirvió para premiar a Robin Williams con un Oscar por repetir el papel de la sobresaliente “El club de los poetas muertos”, además de agasajar a Damon y Affleck con unos (inmerecidos) honores que ni en sus mejores sueños…

Ay Gus, Gus… Y lo peor estaba por llegar.

3 de 6

FORREST GUMP

Lo cierto es que siempre he pensado que el director no fue consciente de la película que hizo. Pero Zemeckis es muy bueno, por mucho pan y sal que le niegen los puretas. Ha firmado algunas de las mejores películas palomiteras de los últimos 30 años. Y tal vez por eso, por el tono ligero que imprime a su obra, “Forrest Gump” nunca ha sido tratada con el respeto que merece. 

JULES Y JIM

juas juas juas… La coña de la lista. En fin.

UNA MENTE MARAVILLOSA

Vaya, esto les sirve de redención. Ron Howard, maestro de la nada, filmó la película que los academicos querían ver para poder premiar de una vez su aséptica carrera.

No hay emoción, ni pasión, sencillamente porque Howard no sabe narrarla. De poco sirvió que Russell Crowe se dejara el alma y las cejas en una interpretación memorable que le valió una nominación al Oscar. Otro más destinado a personajes con alguna deficiencia física, mental o “social”.

Aquí lo han clavao. Bravo!! 

MONSTER’S BALL

Bufff… película difícil de clasificar. Todas sus buenas intenciones, que son muchas, se pierden debido a una narración arrítmica y a un desdén por los detalles impropio de su meticuloso director, Marc Forster. ¿O es que hubo alguien que no se pasó la película entera preguntandose de dónde coño había salido el niñosaurio que supuestamente es hijo de Halle Berry? porque de su útero seguro que no…

Lo dejamos en el limbo.

HECHIZO DE LUNA

Norman (quiero y no puedo) Jewison, mi vieja némesis…

La película sufre del mal frecuente en la obra de Jewison: calienta pero no quema. Un quiero y no puedo constante que apunta grandes cosas y entierra otras muchas en su fría realidad. De nada sirvieron los exagerados ademanes de Nicholas Cage ante la frígida presencia de Cher. Curiosamente el Oscar se lo llevó ella. Para que luego digan que el vudú no funciona.

MYSTIC RIVER

¿Seguro que esta lista no está confeccionada en clave cómica? Porque si incluir a la peli del tío Clint es un chiste, es de los peores que he visto.

Cagada en grado sumo.

NASHVILLE

Acierto o no. Conste que es de lo mejor que hizo Altman, pero mis diferencias con el director me temo son irreconciliables.

EL MAGO DE OZ

Que un clásico kitsch no sea valorado en su medida ofende. Y es que cuesta entender por qué una película tan intencionadamente excesiva siga siendo tomada en serio por tantos.

Por cierto, quien piense que “El mago de Oz” es cursi (pese a la exhibición de crueldad desplegada en su metraje), debería ver la del pingüino bailarín. El Equipo A comparada con ella es “Hellraiser”. 

UN AMERICANO EN PARÍS

De acuerdo en que no es lo mejor de Minelli ni por asomo. Demasiado ensimismada y algo inconexa. Tiene los suficientos baches como para ser considerada una película menor elevada de rango… pero es que la partitura de Gershwin es tan tan tan buena.

EASY RIDER

Juzgar lo que no se entiende es un juego peligroso. Dudo mucho que los que han hecho esta lista tengan idea de lo que es y lo que fue “Easy Rider”. No se trata de dos tipos en moto dando vueltas por un país desestructurado.  Tampoco es la historia de dos hippies zumbandose a todas las tías que se ponen a tiro. Es mucho más, pero para darse cuenta de ello primero hay que aprender a ver.

Otro error como este y recibireis un anónimo nada amistoso.

LAS ZAPATILLAS ROJAS

El anónimo está en camino… 

2001: UNA ODISEA EN EL ESPACIO

Lo dicho, antes de juzgar hay que saber apreciar. ¡¡Qué torpes por Dios!! Si Kubrick viviera gozaría torturando a estos cretinos. O puede que no… ¿Para qué perder el tiempo si la Duvall está cerca?

Craso e imperdonable error.

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Definitivamente, Victor Fleming no les cae muy bien. A ver… ¿exactamente cuántas neuronas han perdido estos tíos viendo películas de Pauly Shore? No hay nada peor que negar la evidencia, y esta película es una verdad absoluta. 

Menuda guinda!!! Qué burros…

Ale, otra lista de usar y tirar para rellenar los minutos de espera en la consulta de un dentista. Al fin y al cabo, ¿para qué se creó PREMIERE?

El Mejor Director de Cine del Universo…

“Si podemos darnos de ostias, ¿por qué estamos discutiendo?”

Es posible que no conozcan esta historia que lleva algún tiempo revoloteándo por la Burrosfera, esta vez más burra que nunca. Para comprenderla necesitarán saber lo muy odiado que es el director (es un decir) Uwe Boll por los aficionados al fantástico, para lo cual les bastará con ver alguna de sus películas.

Lo cierto es que harto de leer y escuchar las perlas que le llueven por todas partes, no hace mucho tiempo decidió retar a un combate de boxeo a todo aquel que no supiese valorar las bondades de su cine. Por supuesto le llovieron las ofertas, que el mundo está lleno de tronados dispuestos a cualquier cosa con tal de llamar la atención. Y cómo no, entre ellos figuraban varios bloggers españoles.

Teniendo en cuenta que Boll practica el boxeo desde que era adolescente, sumado a la triste forma física que, como era de esperar, presentaron sus oponentes, el resultado de la experiencia fue desolador.

Compruébenlo ustedes mismos…

Y aunque da la impresión de que el tal Lowtax se habría derrotado solo sin necesidad de que Boll apareciese por allí, lo cierto es que la misma degradante paliza fue recibida por rivales aparentemente más consistentes.

Pero la historia que más les interesará es la de Carlos Palencia, alias Oso, quien plantó cara al director alemán en un combate más o menos amañado en el que la consigna era no hacerse demasiada pupita mutuamente. El propio Oso quiso aplacar la vergüenza ajena que produjo tan triste exhibición haciendo público un autentico manifiesto de patetismo a flor de piel del que no puedo dejar de citar este memorable fragmento:

“Los que se han reído alegremente de mi papada, deberían saber que el médico me ha dicho que es probable que tenga bocio (en próximas semanas me harán pruebas y lo confirmarán). En pocas palabras, que os habéis reído de un posible enfermo. Sentiros orgullosos.”

Dios, si Seth MacFarlane tuviese noticia de esto…

En fin… Tras resucitar el espíritu de Rocky Balboa en un impagable video-reto que penosamente ha desaparecido de la virtualidad, el pseudocombate,  que podría formar parte de cualquier episodio del show de Benny Hill sin desentonar, se celebró en algún lugar de Andalucía. Pasen, vean y no se pierdan las filigranas arty del operador de cámara. A medio camino del caspashow y una película de Mariano Ozores…

Si pensaban que no había forma humana de caer más bajo que Mickey Rourke atizándose con borrachos de bar en un ring, ya habrán podido comprobar el grado de degradación alcanzado por el antaño noble deporte que reglamentara el marqués de Queensberry en el siglo XIX.

Sólo añadir que en la Antártida, y mientras salte charcos, Uwe Boll siempre será considerado el más grande director vivo… al menos sobre un ring.


Goyas: De la Iglesia vs. González Sinde…

No soy muy de premios. Reconozco que desde los diecisiete años me mantuve en vela la noche de los Oscar para ver la ceremonia e incluso tomar notas sobre lo que ocurría. Incluso tracé una rutina que mantuve en pie hasta el año 2008 que incluía una cinta de cassette con canciones cinéfilas grabadas del programa de Carlos Pumares, una vieja máquina de escribir y el visionado de una de las películas nominadas en el cine más cercano a mi casa.  He de reconocer, también, que prefería las ceremonias de los lunes a las de los domingos y que me aburrí en infinidad de ocasiones que soporté observando cómo las luces volvían a prenderse mientras los cafés se enfriaban en mis manos. Llegados a este punto, confieso que hasta este año jamás había visto una ceremonia de los Goya completa. Me aburre, me resulta insustancial. Como mucho, solía ver pequeños fragmentos que gracias a la tecla de fastreview se hacían más llevaderos. Por último, confieso que me lo pasé bien esta vez gracias a la ceremonia paralela que unos amigos celebraron en una casa de Pamplona. Fue divertido o más que eso…

Y bien, la ceremonia fue más o menos así: Buenafuente y su humor blanco revestido de supuesta cabronería no hace gracia, menos después de que Ricky Gervais refundara el honorable oficio de maestro de ceremonias en los pasados Globos de Oro. Luis Tosar regala el mejor momento de la noche al interpretar un medley de canciones acompañado de Paco León, Asier Etxeandia, Laura Pamplona, Inma Cuesta, Hugo Silva y Fernando Guillén Cuervo. Rompen la monotonía con descaro y sin asomo de vergüenza. A partir de ahí, exceptuando el momento en que Pasqual Maragall consultó su teléfono móvil en el estrado, todo fue cuesta abajo. Una ganadora inesperada pasa de ser entrañable a convertirse en pelmaza cuando agradece su premio durante cuatro pesados minutos de modo deslabazado. Termina con un «no tengo palabras».  Yo sí las tengo, pero guardaré silencio. Cantado premio para Karra Elejalde por un papel de esos escritos para caer bien. Su discurso hace bueno al de la premiada pelmaza. Entre los premios «seguros» pocas sorpresas y mucha congoja impostada. «Chico y Rita», la película de animación dirigida por Trueba, per example, ni siquiera se ha estrenado. Tampoco lo había hecho «También la Lluvia» y le tocó el premio gordo de representar al cine español en los Oscar. Mientras se tolere la «trampa» del estreno limitado en alguna pantalla Talavera de la Reina estamos jodidos y sin referencias de quién nos representa allá en los States. Hablando de «Chico y Rita», Javier Mariscal sube a recoger el premio junto a Trueba para demostrar que padece del mal de Andy Warhol. Osease, que está fuera de lugar en todo lugar y momento. Como la Coixet, vamos. Termina con una arenga gilipollas que en lugar de enardecer genera vergüenza ajena. Todo circula en función de los matices, pienso entonces. El premio de honor para Mario Camus termina siendo tan coñazo como la mayor parte de su filmografía. Los bostezos ganan terreno, la ceremonia parece no tener fin y «Pan Negro» termina siendo coronada como la mejor película de un año para olvidar. Poco antes, Javier Bardem recoge su Goya al mejor actor, pero esta vez sin emoción alguna, de modo mecánico. Supongo que se está acostumbrando a ser premiado. Por lo demás, como casi siempre: mucha niña mona y casi ninguna sola, pasarela de moda en la alfombra (esta vez sí) roja y manifestación en la entrada, esta vez de un colectivo de internautas en contra de la Ley Sinde. El vestido de Nora Navas, al que juraría le faltan piezas, me recuerda al que lució Paz Vega el año que fue premiada por «Lucía y el Sexo». La Navas no sacó de paseo uno de sus pechos, como Vega, pero juraría que mucho no le faltó. También apareció por allí Jimmy Jump para demostrar que el que nace tonto morirá tonto. Para los restos queda el discurso de despedida del presidente saliente, Alex de la Iglesia en crudo duelo al sol con la ministra Sinde.

El presidente Alex de la Iglesia, siempre deseoso de ser el centro de atención, fue víctima de un arrebato místico y decidió hace semanas dimitir tras la ceremonia. El motivo, la aprobación de la la ley Sinde apenas reformada. Los años que ha estado al frente del cine español fueron considerados por muchos como los del apaciguamiento. Ahora se marcha dejando el charco convertido en un mar embravecido. Su discurso final, lejos de buscar la yugular del enemigo, trató de justificar su punto de vista representado los ajenos como arcaicos. Razón no le falta. Eso sí, los modos mejor en otra sintonía y más acordes con la serenidad que se atribuía a su mandato. La ministra Sinde le mantuvo la mirada sin fisuras, acompañada de una sonrisa al más muro estilo Monalisa, dejándole hablar mientras ella se limita a actuar. ¿Es necesario añadir quién ganó la batalla? La guerra es otra cosa, se verá el día que de la Iglesia estrene su próxima película, para la que ha prometido descargas legales en Internet a precios de saldo. A todo esto, la expresión (calificada como «cara de culo» por Santiago Segura) de la ministra Pajín merecería espacio aparte de ser un personaje lejanamente interesante. De modo que, a otra cosa…

Ser humano…

Georgie Bush Jr. es un tipo gracioso. Lo demostró en aquel debate presidencial en el que Al Gore se empeñó en defender la administración democrata con datos. Números, números, demasiado esfuerzo para una mente limitada como la suya. Por esa razón echó mano de una de las frecuentes meteduras de pata del vicepresidente saliente cuando afirmó haber sido el inventor de Internet. Miró a la cámara muy serio y dijo: «Este tipo debe haber inventando también la calculadora». Desde ese momento, el votante medio norteamericano tenía un ganador. La importancia de que Obama haya ganado unas elecciones no radica en el color de su piel sino en la esperanza que otorga el que una sociedad tan conservadora como la americana haya elegido el camino de los ideales y la esperanza ante las planas actitudes populacheras como las del campechano Georgie.

Bush Jr, sencillamente nefasto, limitado por una capacidad intelectual cercana al encefalograma plano, no gobernó los States, como muchos aseguran. Se limitó a estar mientras otros movían los hilos. Firmó decretos mientras otras manos guiaban sus manos; cargó con los errores que otros cometían en la sombra. Fue el hombre de paja perfecto.

De sus limitadas entendederas se podrían escribir miles de tomos de libros que él jamás leería. Sus detractores (infinidad y más) le descalificaron e insultaron (fui testigo de cómo un popular periodista catalán le calificaba de «hijo de puta» en su programa) sin que nadie fuese consciente de que su debilidad metal serviría para eximirle de cualquier responsabilidad directa. Sencillamente es bobo, y no utilizo el término en modo alguno peyorativo, me limito a reflejar un hecho.

Una prueba más de su debilidad mental la dio hace pocas semanas en Haití. Viajó hasta la isla caribeña, acompañado de Bill Clinton, para comprobar la situación in situ. Osease, y hablando de políticos, para hacerse la foto. Fue entonces cuando un haitiano le estrechó la mano. Su asqueado gesto, que culminó con una limpieza improvisada en la espalda de Bill, fue recogido por una cámara. ¿Por qué coño siempre hay una cámara en todas partes?

Mejor que hablen las imágenes…

The Best…

1. Chuck Norris siempre tiene razón.

2. En el caso de que Chuck Norris no tenga razón aplicar la norma primera.

En el mítico Celebrities que le dedicaron los tipos de Muchachada Nui, Chuck juraba ser un actor de método… sólo que le gustaba dar hostias como panes. Vivir toda una vida destripando comunistas asiáticos y voceando el haber sido digno rival de Bruce Lee no es poca cosa. Además puede presumir de ser un reaccionario capaz de dejar como un libertario al nazi más pertinaz y aún así seguir resultando entrañable a muchos. Al menos a los que no nos tomamos en serio sus películas y preferimos interpretarlas como una casposa sátira antisistema, pese a ser conscientes de que la intención del tejano de adopción es la más reaccionaria imaginable. Porque sí, no es tejano de nacimiento, pese a haber tenido los santos huevos de proclamar públicamente que desea ser presidente de un Texas independiente casi 200 años después de que el estado de la estrella solitaria se uniera a los States.

Es grande aunque mide metro y medio. Sus hostias de mentira siguen siendo motivo de jolgorio entre infinidad de cinéfilos gafapastas que jamás confesarían haber visto sus películas. Para su desgracia, ha sido catalogado en la gloriosa «Family Guy» como el tipo cuya barba esconde un tercer puño. Y es que, a pesar de sus ansias homicidas, es un tipo de familia que proclama los valores eternos como los únicos a respetar a riesgo de probar la suela de sus botas lacadas si se es un invertido o uno de esos rojos de mierda destruye patrias.

Bruce Lee, que fue un tipo realmente grande sin parodias de por medio, le consideró un tipo obtuso y por ello digno de lástima. Aunque él no quiere dar pena. Quiere guerra. Que se preparen todos aquellos que siguen cachondeandose de él vía Internet. Chuck Norris no necesita tener memoria, matará a todos por igual y que sean los cielos los que decidan quienes comparten nube con él.

Otto en el Sur…

Otto Preminger tenía fama de autoritario, hosco, obstinado, impaciente  e insensible. Y lo era, especialmente a la hora de rodar. Tenía fama también de ser un tipo noble y de no soportar la injusticia ni las imposiciones, lo que le acarreó innumerables problemas con los estudios. En «La Luna es Azul», película de 1953, se empeñó en utilizar la palabra virgen para hacer referencia a la situación sexual de su protagonista femenina. Más tarde, en «Anatomía de un Asesinato», usó frecuentemente la palabra bragas durante las escenas de juicio. En ambas ocasiones ganó su pulso a la censura y sentó jurisprudencia artística. Pero nada le había preparado para enfrentarse al sur de los States de 1966.

Preminger había rodado anteriormente dos películas con elenco plenamente integrado por actores negros: «Carmen Jones» y «Porgy & Bess». Ambas fueron rodadas lejos del Sur, pese a estar ambientadas en aquel lugar. Mediada la década de los sesenta, Preminger (que solía rodar sus películas en el lugar en el que la trama ocurría) se empeñó en rodar «La Noche Deseada» en Georgia. La película cuenta la historia de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que al regresar a casa ve cómo sus prejuicios contra los negros, que le fueron inculcados de niño, van desapareciendo sin que se produzcan cambios en el entorno social que le rodea y parece anclado en el tiempo. El estado sureño negó los derechos para rodar al equipo de Preminger, de modo que los solicitaron en el vecino estado de Louisiana en donde, para su sorpresa, les concedieron licencia.

El equipo se estableció en el pequeño pueblo de St. Francisville, lugar con fama de hospitalario que vio desaparecer su reputación en apenas unas semanas. Problemas con los comerciantes locales, con los lugareños y finalmente con la policía hicieron que el rodaje redujese su presencia en tierras del sur de seis a cuatro semanas. Jane Fonda, una de las protagonistas, fue insultada y vejada por besar a un actor negro en una escena. Diahnna Carroll, quien terminó por no salir de su habitación salvo para rodar, estuvo a punto de ser linchada en una ocasión por osar sentarse en la barra de un bar y pedir una copa. Incluso se cerró el paso a la piscina del hotel a los no blancos. Preminger, encolerizado ante la situación límite que vivía su equipo, exigió a los políticos locales que tomasen medidas… y lo hicieron.

Al día siguiente, el sheriff del condado se presentó en el rodaje solicitando permisos, realizando revisiones y dilatando el trabajo durante horas. Gerald Pratley, periodista canadiense y amigo de Preminger, contó una surrealista experiencia acaecida durante el rodaje con aquel Sheriff como protagonista:

Aquel tipo podía haber salido en la película de Preminger. El vientre le colgaba sobre el cinturón, su arma estaba colocada descuidadamente en la pistolera, su camisa desaliñada y arrugada, y no paraba de sudar. Los llamados estereotipos de Hollywood son inquietantemente parecidos a la realidad. Su coche de policía era cochambroso. Se sentó en el volante y puso rumbo a St. Francisville. Rebuscó bajo su asiento y sacó una tableta de tabaco mientras me decía: «Mi mujer no me deja mascarlo en casa así que lo hago en estos casos o mientras estoy trabajando». Entonces tocó el claxon bruscamente a un conductor negro que iba delante porque, según dijo, conducía demasiado despacio por la carretera. «La culpa de todos los accidentes», decía, «la tienen los negros que van por la carretera».

Los antiguos carteles de los restaurantes y tiendas que separaban a «blancos» y «gente de color» ya no existían. «No se preocupe», me dijo, «nada ha cambiado. ¿Cree que vamos a dejar que los negros usen nuestros servicios? ¿Usted querría sentarse en la taza de baño que ha usado un negro? Hay maneras de evitarlo. No tenemos nada contra ellos. Aquí saben cuál es su sitio, nos guardamos de los negros y no nos dan problemas. Yo soy su rey. Patrullo la ciudad y los vigilo». Me echó una mirada de complicidad.

«Pero cuando esos tipos de fuera vienen a hacer basura como esta película, siempre surgen complicaciones. La gente bien de Louisiana está muy molesta». Se calló un momento y después siguió: «A la Fonda la han visto besando a un negro». Sudaba y se inflamaba al darle vueltas a eso. Meneaba la cabeza mientras decía «la gente de esta ciudad no va a aguantar esas cosas».

Finalmente se despidió de Pratley dejando caer que los «accidentes ocurren». Cuando Preminger fue informado del «encuentro» enfureció pero no pudo hacer otra cosa que obedecer a los directivos del estudio que le ordenaron regresar a California.

«La Noche Deseada», estrenada meses más tarde, fue un desastre de crítica y taquilla.

El Mundo Visto Desde Idaho…

Decía Gore Vidal, en una vieja entrevista publicada por “El País”, algo así como que la influencia cultural de los Estados Unidos en el mundo había sido nefasta. El escritor, siempre crítico hacia la política crecientemente reaccionaria de su país, aseguraba que ningún imperio dominante de la historia había sido culturalmente tan calamitoso como el americano. La verdad es que no estoy de acuerdo, y sus aportaciones a la música, la literatura, la pintura, la arquitectura y, sobre todo, el cine, son argumentos suficientes para asegurar lo contrario. En lo que sí tiene razón el díscolo escritor y provocador profesional, es en la degradación de la cultura media del populacho yankee. Poseen uno de los sistemas educativos más desequilibrados del mundo opulento (mucho para algunos, nada para otros), si bien sería injusto culpar al sistema de que la cultura trivial y el culto al tópico hayan terminado por triunfar en los States. Y un buen ejemplo sería una espantosa serie emitida por La Sexta titulada “The Unit”. Creo que fue el pasado jueves el aciago día en que pude disfrutarla por primera y , espero, última vez. El original argumento gira en torno a un grupo paramilitar de operaciones especiales que actúa en todo el orbe tengan o no jurisdicción para hacerlo, que eso de los tecnicismos a ellos se la sopla. Mucha pose de machito de manual, armas de última tecnología para poner cachondos a sus adrenalíticos seguidores y, oh sorpresa, topicazos a cascoporro.

Pues bien, las víctimas del diccionario Bush-Eje del Mal – Eje del Mal-Bush, suelen ser malvados países árabes o sudamericanos en los que los héroes de La Unidad actúan para salvaguardar al mundo libre. Y, por supuesto, España tenía que caer, que eso de salir escopetados de Irak les dolió tanto como escuchar el discurso de agradecimiento de José Mari Ansar al recibir la medalla de honor del congreso de los Estados Unidos.

¿Y cómo nos ve nuestro antiguo país amigo?. Pues como siempre, echen un vistazo…

Resumiendo, la acción se ubica en Valencia, aunque en realidad parece Quito, lugar en el que el yankee bueno y bueno es perseguido tras robar una motoreta de última generación a través de un paisaje de puestos callejeros de fruta, hasta que unos picoletos ataviados con sombreros XXXL, que debieron estar de moda durante el reinado de Alfonso XII, entren en escena para contribuir a su leyenda negra soltando hostias como panes al indefenso tío bueno x2.

Terrorífico, ¿verdad?, pues los guardia civiles con físico neanderthal no son lo peor de la función, seguro que no han reparado ésto…

¿89 céntimos el kilo de plátanos? Eso es ciencia-ficción y no Star Wars…

Y qué decir del proceso mental del director al decidir qué música ambientaría la escena. ¿Que estamos en España?, pues hala… los Gipsy King, total son franceses. Y ese final impagable cuando de repente se acaba la canción y aparecemos en un sosegado barrio de clase media yankee. Oh, Dios, qué éxtasis subliminal.

El siguiente vídeo tampoco tiene desperdicio, no crean…

Dieciocho pánfilos guardias civiles alrededor de una hoja de busca y captura de criminales señalando al coche en clara actitud retarded, y claro, patada en la puerta y el tío se larga como si tal cosa. Hasta Jackie Chang se avergonzaría de tamaña chapuza de guión. Y al final ale, el jodido cesped blue grass del jodido barrio yankee otra vez.

Uno más…

Ahí le tienen, saliendo de un Parador de la Juventud (¿ein?) sin dar el cante pese los cuarenta tacos que este tío no volverá a cumplir. Esta vez no hay plano del barrio de las verdes praderas de las narices pero sí un enigma por resolver: el origen de dos de las banderas que adornan la fachada del ¿hostel – parador?…

¿De dónde coño son las dos banderas que no he pixelizado? ¿De Freedonia? Dios, da toda la impresión de que el director artístico (si es que lo había) se sacó dos morcillas de la manga tal que así.

Esto es lo que hay. Espero con ansiedad el capítulo dedicado a Francia, en el que maleducados franchutes con bigote y boina se enfrentarán al tío dos veces bueno armados con baguettes en el mirador de la torre Eiffel. Mientras, las madres gabachas amamantarán a sus bebés con biberones de vino… Merlot, por supuesto.

 

Estuve en Cannes y me acordé de ti…

Como rezan esas cutrecamisetas turísticas que siempre te regala algún pariente que pasó el último verano en Torremolinos, estuve en Cannes el pasado mes de junio con la vana esperanza de que nadie se enterase, uno que es humilde. Pero una princesa que me tiene hojalatado es perspicaz de la leche y se percató, no sé cómo, de mi presencia por allí…

FESTIVAL