Las Largas Noches de Invierno…

Auster se sienta, reflexiona y escribe una noche de invierno mientras llueve en Nueva York. Lo hace sobre su vida, sobre lo que siente y sobre todo aquello que se clavó en su memoria o en algún lugar de su cuerpo. Repasa sus cicatrices y el modo en que llegaron hasta su piel. Recuerda a las personas que algún día quiso y ya no están, tratando de retener su recuerdo una línea más. Auster se lamenta de las ocasiones perdidas, no duda en apalearse en cuanto surge la ocasión, mira hacia el frente y se pregunta por qué él. Se lamenta de no haber sabido vivir en ocasiones, pero se siente orgulloso de una sola cosa: haber sabido querer. Su segunda esposa, la mujer de su vida, aparece en cada línea a través de su olor, de su voz que casi podemos escuchar, de los codazos y patadas que suministra al escritor cuando ronca al compartir cama. Es entonces, al bajar la guardia, cuando el Auster intimista con el que una vez me confundí reaparece, al relatar cómo recoge una almohada y se hace hueco en el sofá para no turbar el sueño de su esposa. Es entonces cuando se produce el milagro de la mimetización. Cuando Marco Fogg vuelve a dejarse llevar hasta casi morir de inanición, lo que me lleva a recordar mis bolsillos vacíos y mi indolencia que yo encontraba justificada mientras los demás sufrían. Prosigue recuperando la memoria de las mujeres que creyó amar algún día, de las putas parisinas que calentaron su cama, de las peleas de niño, las torpes primeras escaramuzas sexuales, el dolor de la impotencia ante la injusticia, los escasos arrebatos de dignidad, las no pocas ocasiones en las que estuvo a punto de morir y las casas en las que dejó impresa su felicidad o su angustia.

Auster reflexiona sobre su vida, que cree demasiado larga pues bebe demasiado, fuma demasiado y ama demasiado. Los que aman demasiado siempre viven poco, él lo sabe. Él, que siempre escribió de sí mismo, ahora quiere que sea su circunstancia la que decida, porque todo está frío ahí fuera y Auster, ahora, se siente en paz. Pero para alguien que ama, un minuto más es una página en blanco por rellenar.

Se puede acusar a «Diario de Invierno» de acudir al recurso fácil de la rememoración, siempre, de un modo u otro, colectiva. Pero éste es el Auster que echaba en falta desde hacía una década. El que se planta bajo la lluvia sin paraguas esperando acabar empapado para después contar a los demás que la vida en un ballenero es tan dura como afirman. El fabulador romántico. El hombre que da la razón al poeta George Oppen cuando afirmó: «Algunos de los lugares más hermosos del mundo están en el cuerpo de tu mujer», para añadir orgulloso, cual explorador de principios del siglo XX, que él los ha transitado todos.

«Hay que morir inspirando amor (si se puede)» escribió Joubert. Auster se aferra a la frase del pensador francés como un náufrago mientras recoge la penúltima rama del nido.

El Corazón del Geek…

Los soportes cambian y las emociones permanecen mientras el radio de acción aumenta. El papel acartonado de los cómic cede su lugar a una pantalla de plata para acoger a «Los Vengadores», compendio de superhéroes en eterna luncha contra el mal, cualquiera que sea la forma que éste adopte, y gracias a la insospechada habilidad de Joss Wheldon, director del artefacto, la cita se convierte en un vertiginoso carrusel de sensaciones que unos creían perdidas y que otros hallan en el lugar para ellos más insospechado, pues la mayor virtud de Wheldon reside en haber filmado una película que no excluye a nadie, independientemente del lugar en el que su memoria sentimental se forjó. El respetuoso acercamiento al olimpo animado de «Los Vengadores», circunstancia poco habitual en el cine de superhéroes por mor de las sempiternas exigencias de guión, no impide el despliege de toda la gama de efectos especiales de última generación, esta vez inteligentemente administrados, sin que ello impida que los personajes resulten carnales y la acción creíble, frecuentes defectos en los que incurre un género habitualmente más interesando en asombrar que en convencer, de tal modo que, tras un primer tramo dubitativo, la película emerge pletórica sin tener que recurrir al recurso de la complicidad sentimental para tomar carta de naturaleza.

El convincente trabajo actoral, unido a un libreto solvente cargado de diálogos tan políticamente correctos como tímidamente transgresores, aporta el empujón necesario para que las dos horas y cuarto de su metraje pasen inadvertidas e incluso resulten insuficientes ante el voraz apetito de fan y la asombrada mirada del escéptico. Una nueva e interminable hilera de creyentes en la religión más antigua conocida: la emoción pura, fiel aliada de los cubos de palomitas y los programas dobles dominicales convertidos hoy día en especie en peligro de extición.

De poco sirve señalar un apartado concreto de un todo perfecto en su estriada imperfección. La rueca funciona y teje con hilos desgastados por el paso del tiempo. Y, para asombro de muchos, sigue confeccionando de tanto en en tanto piezas de una abrumadora belleza que creíamos perdida. Una nueva generación geek se está consolidando en este instante en alguna sala de cine del planeta. Nuestra huella permanece en el testigo pero ahora son ellos a quienes les corresponde portarlo.

 

Mi Marciano Favorito…

¿Qué sería del mundo sin marcianos? La verdad es que no quisiera saberlo. Los hay de toda clase y condición: cíclopes, pobres como una lata y aficionados a respirar metal. Las razas extraterrestres dan mucho juego y aquí estoy yo para reivindicarlas. Éstas son, sin orden y a mi discutible juicio, algunos de los mejores alienígenas que alguna vez se reflejaron en mis retinas.

Mister SPOCK

El señor Spock sí que sabe. Cejas afiladas que perfilan un reluciente flequillo negro, ojos inquisitivos, actitud perdonavidas. Un héroe para la eternidad si no fuera porque el famoso pellizco paralizante no funciona más allá de “Star Trek”, que yo lo he probado sin éxito y él también, según un mítico gag aparecido en Saturday Night Live. Y, según parece, no se dio cuenta de ello hasta que tenían medio deshecho el decorado de la serie. Aisss, quién pudiera vivir de sueños galácticos…

Príncipe VULTAN

Por si fuera poco mérito el aguantar a Flash Gordon, encima tuvo que soportar que él y sus chicos alados fuesen imaginados como bisexuales alemanes por el dibujante del cómic y representados de tal guisa más tarde, en la película producida por De Laurentiis. Tremendo lastre para un tipo que molaba, como bien se lo hizo saber Freddie Mercury, quien le dedicó su “Vultan’s Theme” en tan aciaga producción de la que tan sólo se salvaría su gloriosa banda sonora (puro kitsch made in Queen), los mohines de Timothy Dalton y las fotos en pelotas que se hicieron Sam J. Jones y Ornella Muti durante el rodaje.

KAL-EL aka SUPERMAN

Oh, Dios, qué grande es. Todo el mundo parece odiarle desde hace décadas, lo que ha provocado que le quiera aún más. Es indestructible, por supuesto, pero pocos se han dado cuenta de la terrible soledad que arrastra el único de su especie vivo. Sí, luego aparecerá Supergirl por allí y toda su banda, pero él seguirá solo, unido umbilicalmente a Lois Lane, la única capaz de entenderle. Le falta mala hostia, cierto, pero él es así. Prefiere darse una vuelta por la troposfera que volcar un puente. Su destino es su estigma. Su amor por el ser humano, su perdición; pues nunca será recíproco más allá de la necesidad de él que sienten los mortales. Y tal vez el mundo haya aprendido a vivir sin Superman, pero él sigue sin saber que coño hace en un mundo que no es el suyo. El cómic es otra historia, más salvaje desde que renació. Un clásico a reinventar continuamente.

STARMAN

Llegó desde el espacio exterior para aterrizar en una granja de Wisconsin. Se enamoró de una joven viuda (Karen Allen, nada menos), conoció lo mejor y lo peor del ser humano, y ale a vivir, aunque sea en otro planeta. Sólo John Carpenter sería capaz de poner en pie semejante argumento. El alienígena pertenece a la estirpe que llegó de la mano del E.T. de Spielberg: sanote, con pinta de no haber roto un plato en la vida y más inocente que Tintín. Perfecto material para que los chicos malos del gobierno le quisieran trocear para bien de la raza humana. Además, adoptó la forma de Jeff Bridges, que tonto no era, y, oye, no quedó mal…

MARCIANOS de “Mars Attacks!”

Escucharles hablar es como oír a Enriquito Iglesias entonando. Y a pesar de ello, qué buenos son, precisamente por la mala hostia que gastan. Vienen en son de paz; tan sólo quieren volatilizar a los ingenuos que se crucen en su camino. Se salvarán los virtuosos y los malos caerán (que dirige Tim Burton), así que mucho me temo que Falete está condenado. Todo lo contrario que Tom Jones, uno de los salvados gracias a la genialidad de Lukas Haas al descubrir que los sonidos agudos les hacen literalmente estallar. Y la humanidad se salvó. Seguid intentándolo. Otra vez será, muchachos…

ALIEN

Y hablando de mala leche, no se pierdan a estos. Todo un icono de cualquier generación. Su grandeza radica en su ausencia de sentimientos. Eso sí, están de monos cuándo Mel Brooks les hace cantar y bailar. Serían una mascota ideal si no fuera por su tendencia a comerse a su dueño. Un gran alienígena y una gran película que tuvo continuaciones más que potables hasta que llegó la última: “Alien versus Predator”. Mis ojos sangran desde entonces…

BO y ABE

Procedentes de una serie de televisión mítica («Llegaron del Espacio») que, por supuesto, sólo tuvo una temporada para manifestarse, Bo y Abe vinieron del espacio exterior para estudiar en Oxford, pero decidieron que aprenderían más de los humanos (especialmente de las humanas) si seguían su propio plan de estudios consistente en agenciarse un viejo Chevy y recorrer los States con una patrulla del gobierno pisándoles los talones. Bo era un salido y Abe un puritano en continua lucha interior. Una pareja perfecta que sólo podía terminar en la mansión Play Boy. Allí encontraron la razón de su existencia y a sus medias naranjas; evitaron una invasión extraterrestre de marcianos hostiles y como consecuencia la serie fue cancelada por su baja audiencia. Qué pena. Aunque siempre nos quedará Bo apostillando a una mujer que le acaba de abofetear y llamar degenerado un “Gracias”. A vosotros…

MARVIN el Marciano

Nada, que no, que se pasará toda la vida persiguiendo al maldito conejo Bugs por los cráteres de Marte. Un metepatas profesional obsesionado por la caza del conejo (todo un homenaje Freudiano), obsesión que comparte con otro tuercebotas, esta vez humano, llamado Elmer. Es como el Coyote, pero en versión torpe. No hay manera de que capture al maldito conejo por mucho que ponga sus malévolas neuronas a trabajar. Y es que, cuándo lo hace, el resultado es aún peor. Un mito, vestido ridículamente con casco romano, a la espera de ser elevado a los altares que merece.

LRRR

Y hablando de mitos, ¿qué sería de “Futurama” sin Lrrr?, castrado rey de Omicron Persei 8. Seguramente que nos quedaríamos sin el fantástico episodio del Yeti, sin abogada soltera (¿quién iba a pensar que sería fan de “Ally McBeal”), sin el mejor relato de interés ambientado en el mundillo de los vídeojuegos de los 80, y mil cosas más. Indispensable gruñón al servicio de una serie memorable.

AMAZONAS

Y hablando de la memorable serie, ¿hay quién no recuerde a las amazonas?. Salen poco, es verdad, pero aprovechan sus minutos como nadie. Todo caderas, con 2 metros y medio de estatura, y con el cuerpo adornado con huesos estratégicamente situados, su “Yo querer kiki”, resuena aún en mis oídos. Son brutas con avaricia (mira que querer tirarse a Kiff), pero nobles de corazón… si lo tuvieran. Y es que hay que ser cafre para seguir los dictados de un ordenador gigante mujer que se deja camelar por Bender… Ay, Dios.

CYLONES

Podrían matar únicamente con el brillo de sus carcasas. Qué pulcros son, joder. Les sobran razones para exterminar a los humanos y para reclamar un mundo propio, pero no encuentran el lugar ni el momento idóneo. Eso sí, disparan de maravilla, que para algo son robots. Acabarían con los humanos en un pis pas si los guionistas les dejasen, cosa que no va a ocurrir. Lástima…

KLINGON

Además de imperdonablemente feos son los malos de “Star Trek”. Sin embargo se hicieron tan familiares que terminaron por ser asimilados en el universo trekie. Convertidos en aliados de los humanos, siguen sin ser fáciles de mirar, por lo que es conveniente tomarse un par de cervezas antes de hacerlo. Y en el fondo son majos, con toda su perfidia encima. Les van los bigotes y las barbas largas al más puro estilo Fu-manchú, por no hablar de su fijación por la ropa de estilo mongol. Sin duda, como los japos, terminarán por extender su difícil idioma por toda la galaxia. Ya hay trekies que solo se expresan en él. Avisados están…

CHEWBACCA

Este wookiee del copón sabía lo que se hacía. Y si no, que se lo pregunten a la princesa Leia. Alto y peludo, sólo le faltaba ser gordo para formar parte del club Rodney Dargerfield. Además era gritón, malhablado y con una mala leche que se olía a kilómetros. Un mito absoluto que deja en mantillas a Han Solo, su eterno compañero de desventuras. Tan sólo apuntarle en el debe su gran corazón. De poco servía que odiase a C3PO (como Dios manda) y sintiese cariño por R2D2 (a Jar-Jar Binks ni se dignaba a mirarle), le faltaba ese punto de mala hostia que le hubiese llevado directo a lo más alto junto al crápula del capitán Solo. Pero tenía que tener corazón. Qué asco…

MORDISQUITOS

O Nibbles, si prefieren el original en inglés. Un buen tipo que usa pañales siempre será alguien a tener en cuenta. Formaba parte de una raza superior a la que se encomendó la tarea de vigilar a los humanos (en especial a Fry) en espera de que llegase el momento de intervenir durante la invasión de cerebros gigantes. La razón contra el instinto, ésa era su guerra. El deseo de destruirlo todo mediante el raciocinio contra la maldita manía de apegarse a las personas y a las cosas. Ganó él, pero los cerebros gigantes volverán. Mientras tanto ahí está… con sus diminutos pañales (incapaces de contener sus pesadas cagadas de materia oscura), su costumbre por devorarlo todo (independientemente del tamaño que tenga) mientras se hace pasar por idiota. Qué vida perra. En fin…

LA COSA

La verdad es que La Cosa no tenía forma, ni olor, ni color. Solo tenía una mala leche condensada que le servía para sobrevivir a toda costa. Se adaptaba a lo que veía, y no le iba mal, hasta que se encontró con el supermacho de Kurt Russell. Mucho hombre para tan poca “cosa”. Y luego dicen que los remakes son malos por sistema.

JABBA The Hutt

A él le debemos una de las visiones más icónicas de todos los tiempos: la Princesa Leia en bikini. Solo por eso ya merecería formar parte de la lista. Pero es que además, era un bastardo bon vivant que disfrutaba haciendo sufrir a sus numerosos enemigos. Le faltaba en movilidad todo lo que le sobraba en mala baba. Vivir reptando no se hizo para todo un villano como él. Además, congeló en carbonita a Han Solo, deudor eterno al que confinó en uno de sus palacios como atracción. Acabó mal, claro. Se veía venir.

AMY

Amuy no es exactamente alienígena, aunque terrícola no es. Nació en Marte, hija de terratenientes, lugar en el que fue feliz mientras fue niña, justo antes de perder tropecientos kilos y convertirse en una apetecible heredera. Y es que está buena de narices. Tanto que sólo podía unirse (tras cientos de fugaces romances con tipos cachas) con Kiff, el pusilánime ayudante del Capitán Brannigan. Su cobardía esconde arrojo (de estar Amy de por medio, en caso contrario Kiff es y siempre será un cobarde), y la estupidez de Brannigan encuentra su contrapunto en el sentido común de Kiff. Pero es Amy el objeto del comentario. Aunque mejor que sea su imagen la que explique el motivo de por qué ha sido elegida.

PREDATOR

La máquina de guerra perfecta. Pesadilla de la contra centroamericana y de Arnie Schwarzenegger. Otro bicho infernal capaz de acabar con la mafia antillana sin despeinarse. Le enfrentaron, además de con el gobernador de California y con la mafia haitiana, con Alien, y casi mejor que vean el bodrio para saber quién ganó, si es que gano alguien. Capaz de mimetizarse con el entorno para pasar inadvertido, la próxima podrá con el austriaco venenoso haciéndose pasar por espalda mojada vengador. Y si no es así, acabaremos con él a base de esteroides.

Doctor ZOIDBERG

Otro pusilánime de medalla de oro listo para ser engullido por gafapastas varios deseosos de apropiar de lo que no es suyo. No tiene ni idea de medicina, pero es médico. Es, de hecho, la antítesis de la medicina, pues es pobre como una lata. Vendería a su madre por cinco pavos, pero sus remordimientos y su corazón (y tiene cinco) juegan en su contra. Acurrucable si no diese tanto asco. Icono absoluto menos cuando come anchoas.

E.T.

Y como colofón sirva el más famoso de todos los alienígenas. El gran E.T. Aficionado a la cerveza tanto como a los teléfonos de juguete, es bondadoso (con esos ojos no podría ser otra cosa), dicharachero (pese a lo limitado de su lenguaje) y asustadizo (pocos se hicieron pasar por muñeco con tanto acierto), lo que, unido a su habilidad por hacer volar bicicletas, le convierte en un ser de leyenda si le conoces teniendo nueve años porque a los adultos les inspira ternura a la par que grima. Por cierto, la versión políticamente correcta de su peli cambió los rifles de los polis por linternas… Stevie Spielberg, otro ser de leyenda…

Es todo. Sé que faltan y  que sobran, pero es mi lista. A los amantes de los clásicos le diré que en la próxima prometo colocar al bicho paterno de “Planeta Prohibido”. Hasta entonces, habrá que intentar pasarlo bien. Feliz finde.

De listas…

En la revista PREMIERE, algo así como el Fotogramas yankee, son muy aficionados a las gililistas. Las tienen de todo tipo: las estrellas más sexys, las películas imprescindibles, los personajes más poderosos… Ellos se divierten así, que se le va a hacer.

Toda lista es un error en sí misma (conste que lo afirma un adicto a elaborarlas) por muchas y farragosas razones que sobra enumerar. Y es que algunas se las traen. Echen un vistazo a ésta: 

LAS 20 PELÍCULAS MÁS SOBREVALORADAS DE LA HISTORIA

CHICAGO

El mayor acierto de la lista… y casi el único. Tostoncete en clave revival que se cree innovador pese a su poco disimulado olor a naftalina. Solo los crujidos de las caderas de Gere a la hora de bailar tienen cierta gracia.

Enhorabuena… Habeís acertado una. Unbelievable!!

CLERKS

Inofensiva bobada que pasará a la historia por el chiste de la mamadas de la novia del protagonisa. No vale mucho, la verdad. Y con el tiempo aún menos. Claro que comparada con la onanista segunda parte es una obra capital.

2 de 2.

FANTASÍA

En cualquier caso la película de Disney debería estar en una lista antagónica. Ganó algún Oscar en su día, pero no la vieron ni los academicos que la votaron. Peor para ellos. Se perdieron una obra maestra adelantada a su tiempo.

CAMPO DE SUEÑOS

Te puede gustar o no Kevin Costner. Puedes odiar el baseball, deporte marciano como ninguno. Seguro que aborreces la tormenta de buenos sentimientos que arrecia en la granja reconvertida en diamante. De acuerdo, pero es innegable que esta película funciona y a toda máquina además.

Perdiendo facultades… 2 de 4.

CARROS DE FUEGO

ANATEMA!! Pero quién puede negar la poética grandeza de la única peli buena de Hugh Hudson. Por Dios. Empiezo a creer que para hacer esta lista se han basado en las películas afortunadas de directores (luego) caidos en desgracia. Y menuda caída la de Hudson… Ni el Coyote se pegó tal sopapo.

Buen ojo, sí señor. Donde estén las películas de Shaquille O’Neill que se quiten estas pijadas britanicas.

EL INDOMABLE WILL HUNTING

Para considerar sobrevalorada a una película primero debería haber sido valorada, digo yo. Y es que el este extraño híbrido solo sirvió para premiar a Robin Williams con un Oscar por repetir el papel de la sobresaliente “El club de los poetas muertos”, además de agasajar a Damon y Affleck con unos (inmerecidos) honores que ni en sus mejores sueños…

Ay Gus, Gus… Y lo peor estaba por llegar.

3 de 6

FORREST GUMP

Lo cierto es que siempre he pensado que el director no fue consciente de la película que hizo. Pero Zemeckis es muy bueno, por mucho pan y sal que le niegen los puretas. Ha firmado algunas de las mejores películas palomiteras de los últimos 30 años. Y tal vez por eso, por el tono ligero que imprime a su obra, “Forrest Gump” nunca ha sido tratada con el respeto que merece. 

JULES Y JIM

juas juas juas… La coña de la lista. En fin.

UNA MENTE MARAVILLOSA

Vaya, esto les sirve de redención. Ron Howard, maestro de la nada, filmó la película que los academicos querían ver para poder premiar de una vez su aséptica carrera.

No hay emoción, ni pasión, sencillamente porque Howard no sabe narrarla. De poco sirvió que Russell Crowe se dejara el alma y las cejas en una interpretación memorable que le valió una nominación al Oscar. Otro más destinado a personajes con alguna deficiencia física, mental o “social”.

Aquí lo han clavao. Bravo!! 

MONSTER’S BALL

Bufff… película difícil de clasificar. Todas sus buenas intenciones, que son muchas, se pierden debido a una narración arrítmica y a un desdén por los detalles impropio de su meticuloso director, Marc Forster. ¿O es que hubo alguien que no se pasó la película entera preguntandose de dónde coño había salido el niñosaurio que supuestamente es hijo de Halle Berry? porque de su útero seguro que no…

Lo dejamos en el limbo.

HECHIZO DE LUNA

Norman (quiero y no puedo) Jewison, mi vieja némesis…

La película sufre del mal frecuente en la obra de Jewison: calienta pero no quema. Un quiero y no puedo constante que apunta grandes cosas y entierra otras muchas en su fría realidad. De nada sirvieron los exagerados ademanes de Nicholas Cage ante la frígida presencia de Cher. Curiosamente el Oscar se lo llevó ella. Para que luego digan que el vudú no funciona.

MYSTIC RIVER

¿Seguro que esta lista no está confeccionada en clave cómica? Porque si incluir a la peli del tío Clint es un chiste, es de los peores que he visto.

Cagada en grado sumo.

NASHVILLE

Acierto o no. Conste que es de lo mejor que hizo Altman, pero mis diferencias con el director me temo son irreconciliables.

EL MAGO DE OZ

Que un clásico kitsch no sea valorado en su medida ofende. Y es que cuesta entender por qué una película tan intencionadamente excesiva siga siendo tomada en serio por tantos.

Por cierto, quien piense que “El mago de Oz” es cursi (pese a la exhibición de crueldad desplegada en su metraje), debería ver la del pingüino bailarín. El Equipo A comparada con ella es “Hellraiser”. 

UN AMERICANO EN PARÍS

De acuerdo en que no es lo mejor de Minelli ni por asomo. Demasiado ensimismada y algo inconexa. Tiene los suficientos baches como para ser considerada una película menor elevada de rango… pero es que la partitura de Gershwin es tan tan tan buena.

EASY RIDER

Juzgar lo que no se entiende es un juego peligroso. Dudo mucho que los que han hecho esta lista tengan idea de lo que es y lo que fue “Easy Rider”. No se trata de dos tipos en moto dando vueltas por un país desestructurado.  Tampoco es la historia de dos hippies zumbandose a todas las tías que se ponen a tiro. Es mucho más, pero para darse cuenta de ello primero hay que aprender a ver.

Otro error como este y recibireis un anónimo nada amistoso.

LAS ZAPATILLAS ROJAS

El anónimo está en camino… 

2001: UNA ODISEA EN EL ESPACIO

Lo dicho, antes de juzgar hay que saber apreciar. ¡¡Qué torpes por Dios!! Si Kubrick viviera gozaría torturando a estos cretinos. O puede que no… ¿Para qué perder el tiempo si la Duvall está cerca?

Craso e imperdonable error.

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Definitivamente, Victor Fleming no les cae muy bien. A ver… ¿exactamente cuántas neuronas han perdido estos tíos viendo películas de Pauly Shore? No hay nada peor que negar la evidencia, y esta película es una verdad absoluta. 

Menuda guinda!!! Qué burros…

Ale, otra lista de usar y tirar para rellenar los minutos de espera en la consulta de un dentista. Al fin y al cabo, ¿para qué se creó PREMIERE?

Suma y sigue…

Desde mi adolescencia utilizo una expresión recurrente para definirme: ampliamente decepcionante. Supongo que las personas que me quieren no estarán de acuerdo con tal sentencia. Que la considerarán un acto de vanidad o de falsa modestia. Pero en días como el de hoy me reafirmo en lo que es un hecho. Prueba de ello es que en cada ocasión en la que me cruzo con alguien poseedor de genuina bondad (el don que más valoro) y cree ver algo en mí, me siento primero abrumado y más tarde asustado por el hecho de que se me atribuyan virtudes de las que carezco. Brota el idiota, el asustado y se reanuda la huída hacia adelante una vez más.

Cuatro años más tarde el miedo se mantiene inalterable y la sensación de culpa aumenta y disminuye según nacen o mueren los días. Ni olvido ni dejo de apreciar a nadie sin importar el trato recibido de parte de esa persona porque soy así de imbécil, porque sigo cayendo en el error de tratar de caerle bien a todo el mundo negandome a mí mismo en ocasiones y olvidando que la cuestión final no depende de voluntades si no de empatías que raras veces se dan. Sigo estancado en muchos aspectos mientras que he crecido en la mayoría gracias a brazos ajenos. Sigo pensando que os fallé, yo el que presume de no fallarle nunca a nadie. Hago bandera de ello y pretendo buscar explicaciones para cada ocasión (y han sido tantas) en las que alguien me ha fallado a mí. Sigo equivocándome al valorar situaciones y personas, y pensando que la vida os arañó demasiado pronto. Que la inocencia es una putada a la que me aferro para justificarlo todo. Que los fantasmas no me dejan en paz por algún motivo. Que no me golpeo en el pecho porque estoy cansado. Muy cansado, mientras todo sigue. Si os tuviera enfrente una sola vez más os diría que sigo aprendiendo y sigo jodido y sin entender  por qué ocurren algunas cosas. Y ya no me valen las frases hechas. Sigo sin ser capaz de descifrar los movimientos de las personas porque en algún lugar extravié el mapa si es que algún día lo tuve. Y sigo sintiendo la misma rabia que aquel día potenciada por las decepciones y suavizada por las caricias recibidas.

Mientras que el inconexo tic tac sigue latiendo…