Con un mes de retraso llego a la cita acordada con Troyana. La propuesta consistía en elaborar una lista con los niños más malosos jamás vistos en la pantalla grande. Niños, sí, pues la maldad nunca se expresó de modo tan puro como a través de ellos. Ya dijo Ray Bradbury que Peter Pan, en su afán por no crecer jamás, era un hijo de puta. No por el legitimo deseo de no ser adulto, sino por la ausencia de valores morales y éticos que ello conlleva. Pocas cosas dan tanto miedo como un niño malvado y a las pruebas me remito…
THIS IS ENGLAND

Torrente definiría a Shaun (Thomas Turgoose) como un chaval cabroncete, pero es mucho más. Cierto que sus coqueteos con el movimiento skin (que no tiene porqué ser violento ni de extrema derecha) comenzaron siendo guiados por el hastío y la soledad, pero es que acabó convertido en un cabrón con todas las letras pese a que su actitud no fuese más que fachada. La inercia de la (puta) vida.
THE CHILDREN

En un alarde de cinismo, el director Tom Shankland reune a un grupo de padres junto a sus hijos con el trasfondo de una nevada Navidad. Olvidense de Papás Noeles y buenos sentimientos y no den la espalda a los enanos si notan que desde que cayeron los primeros copos su comportamiento se tornó extraño. Aterradora y poco conocida cinta que esconde la esencia más pura del mal.
EL BUEN HIJO

El mayor logro de esta eficaz película dirigida por Joseph Ruben se basó en malear la angelical presencia de Macauly Culkin. Y para sorpresa de casi todos, resultó que el pequeño actor escondía en su malévola mirada mucho más de lo que dejó entrever en la saga «Solo en Casa». Al final, porque la moral tira mucho, resultó que el buenazo de su primo Mark (Elijah Wood) le desenmascaró para disgusto de los que acudieron al cine en busca de sangre. Luego la carrera de Culkin se convirtió en un carrusel de fogonazos arrítmicos. Lástima…
¿QUIÉN PUEDE MATAR A UN NIÑO?

Desde los años ochenta, un acuerdo tácito entre productoras, distribuidoras y organizaciones gubernamentales yankees, impide que sean mostradas imágenes en las que se ejerza violencia física contra un niño en las películas. Esta sugerencia (que no prohibición) alcanza también los títulos. No resulta difícil imaginar que la prodigiosa cinta dirigida en 1976 por Chicho Ibañez Serrador no habría pasado tal criba hoy día, y eso por no hablar de los primeros y terribles minutos de la cinta, que aconsejo a las almas más sensibles pasen en fast review.
La historia de una pareja de turistas británicos perdidos en un extraño pueblo que parece ser únicamente habitado por niños da paso a la paradoja desplegada por el director en la que el débil se convierte en verdugo. Una joya del fantástico a redescubrir.
IDENTIDAD

Bien interpretada y escrita, elegantemente dirigida, con suficientes guiños para superar los sustos fáciles a los que su director, James Mangold, recurre en exceso, las razones que explican el que «Identidad» pasase desapercibida en su día son inexplicables. Tan desasosegante como un viaje en una montaña rusa averiada a la par que tan estimulante como los vaivenes del azar sobre un grupo de personas sometidas a una presión extrema.
El malo podría ser el crío de apariencia autista que se pasea por la pantalla en inquietante silencio bajo la interminable tormenta que acosa a los protagonistas. O tal vez no… Mejor vean la película. Merece la pena.
EL SEÑOR DE LAS MOSCAS

William Golding, autor de la novela, regresó de la guerra traumatizado por lo que vio. Tal era su desánimo que perpetró está fábula malvada en la que son los niños los que toman el papel de adultos para generar nuevas civilizaciones en territorio hostil. La violencia, por supuesto, forma parte del pack. La maldad, cómo no, también.
EL OTRO

Antecedente de muchas de las películas con factor psicológico que vinieron después, «El Otro» toma a un niño como ejemplo del daño que el entorno puede producir en los pequeños. Robert Mulligan (su director) reinventa el género de terror adaptándolo a los tiempos. Ahora no son vampiros ni hombres lobo los que generan pesadillas, sino que es un niño el que toma el relevo para aterrar como pocas veces se vio en una pantalla grande. Guerras interiores y regusto por teorías psiquiátricas siempre en el límite entre la enfermedad y el mal más puro. Una joya imprescindible.
LA PROFECÍA

Cuenta la leyenda que Richard Donner, director de la peli, estaba desesperado porque no encontraba al niño adecuado para interpretar a Damien. En estas apareció en escena Harvey Stephens y su cara de plum cake. Tan inquietante presencia llamó la atención de Donner quien le pidió que leyese un texto. La respuesta del niño fue una soberbia patada en los testículos del director. Media hora más tarde, ya recuperado (supongo), pidió ver al niño de nuevo. Los padres de Harvey, temerosos de la respuesta de Donner, pidieron estar presentes en el encuentro y así fueron testigos de un momento singular. Donner abrazó al niño mientras le dedicaba un entregado «Te quiero».
Es difícil imaginar a un hijo del diablo mejor que Stephens del mismo modo que resulta difícil mejorar (aunque se intentó hace pocos años) esta excelente película. Como diría un hortera: ¡¡un must!!
EL PUEBLO DE LOS MALDITOS

Todos los habitantes de un pequeño pueblo inglés caen inconscientes al tiempo. Nueve meses más tarde, todas las mujeres del pueblo dan a luz, con la misma sincronía, una treintena de niños albinos. Pasados unos pocos años, rompen los lazos maternos y comienzan a desplazarse juntos a todas partes. Tan inquietante propuesta se plasmó en la pantalla en una película británica de 1960 que generó innumerables de referencias (magnifico remake incluído) a lo largo del tiempo. La uniformidad da miedo y el miedo aumenta cuando se da en mentes tan tiernas.
LA CALUMNIA

Una niña vengativa y caprichosa acusa a dos de sus profesoras de ser lesbianas, pecado mortal en la sociedad de los años sesenta del pasado siglo. Poco importa que atinase sin pretenderlo (el personaje interpretado por Shirley MacLaine lo es), lo realmente llamativo es la saña con que la niña ejerce su maldad sobre las profesoras. Un clásico de agradable visión dirigido con sobriedad por William Wyler.
Y fin…