Mi agradecimiento a Troyana, impulsora de este posteo…
Al margen de aquella afirmación cierta de Carlos Pumares sobre el western (el único género puramente cinéfilo), la arena sin fin y el celuloide suelen generar grandes ensoñaciones. Éstas son algunas que mi menguante memoria ha sabido rescatar…
SAHARA

La desconcertante cinta dirigida por Antonio R. Cabal, que nadie vio, guarda algunos momentos memorables. Y uno de ellos es su ectoplásmico final.
Basándose en una historia real, la de la epopeya de tres jóvenes en el desierto del Sahara, Cabal se entrega a la pasión que debieron sentir en su desesperada agonía. El irregular resultado no consigue nublar la bella escena final. Pura delicatessen sólo apta para degustar en momentos de crisis.
CENTAUROS DEL DESIERTO

Sin duda alguna uno de los mejores westerns jamás filmados y el más romántico en la sombra. La breve escena en la que Vera Miles acaricia el capote de John Wayne dice más sobre el amor que todas las babosas cintas románticas rodadas hasta la fecha. Como diría Carlos Pumares: «la pasión en el Valle de la Muerte (lugar en el que se rodó) sabe distinta».
PARIS, TEXAS

De haberse rodado en la taiga, «Paris, Texas» seguiría siendo una obra maestra pero le faltaría sequedad. Travis no atravesó medio país en busca de la mujer que amaba con anorak.
Una de las más bellas y disléxicas historias de amor que ha dado el cine.
PARADISE

«Paradise» es mala con avaricia, pero nunca un desnudo fue tan intenso y hermoso como el que Phoebe Cates regala en esta prescindible cinta. Inútil rememoración de «El Lago Azul», sustituyendo islas paradisíacas por un oasis en el desierto que se olvidaría sin dificultad de no ser por la imagen de la Cates desnuda bajo una cascada. Producto destinado a onanistas adolescentes y soñadores de imposibles.
MARRUECOS

Von Sternberg brinda a su musa, Marlene Dietrich, la posibilidad de exhibir todo su malditismo al seducir a un joven e inexperto soldado de la legión extranjera. El Sahara y la imagen de la bestia de piernas perfectas rectando sobre sus arenas harán el resto. Olvidada y pasada de tuerca muestra de amor loco de coordenadas cambiadas.
LAWRENCE DE ARABIA

Brillante y ambigua obra maestra ambientada en la Arabia de la Primera Guerra Mundial que tanto amó Thomas Edward Lawrence. El amor, sincero, se esconde tras las dunas y los látigos del enemigo.
Y Aqaba que está allí, aunque sean pocos los que la puedan ver…
EL PACIENTE INGLÉS

Nacionalidad: ¿Inglés?
El amor no tiene fronteras ni origen. Y el conde Almásy conoció el amor en el lugar y en las circunstancias menos favorables. Ella, Katherine Clifton, era una mujer casada dispuesta a renunciar a todo por él. Y él no supo salvarla cuando ella le necesitó. Las circunstancias siempre son más fuertes que la voluntad. Imprescindible delirio romántico.
EL TESORO DE SIERRA MADRE

El camino es la única respuesta para Huston. No se trata tanto del resultado final como de todo lo andado. Y al final, entre las traiciones y la avaricia, siempre queda la carcajada irónica. Huston odiaba las moralejas, pero involuntariamente alumbró la única que probablemente tenga sentido.
DUNE

Cuando se hizo oficial que la taquilla obtenida por «Dune» era notoriamente inferior a su presupuesto, David Lynch debió sentirse aterrorizado. Él, que va de contracultural, trató de dar forma a la gloriosa novela de Frank Herbert sin renunciar a su propia visión del asunto. El resultado, tras las profundas cicatrices provocadas por las pezuñas de su productor, Dino de Laurentis, fue tan decepcionante que la película puede ser calificada como uno de los mayores fiascos de la historia.
A mí me parece hermosa en su franca decadencia. Pese a Sting y todo…
LA BALADA DE CABLE HOGUE

Posiblemente la gran obra de Sam Peckinpah sea «La Balada de Cable Hogue» (con permiso de «Junior Bonner»). Canto del cisne de un género (el western) que moría, todo ello contado en primera persona. La modernidad (un automóbil) acabará con Hogue del mismo modo que su pasión por la prostituta Hildy se trasladará de una cama a un barreño de agua en mitad del desierto. Nada merece la pena si la dignidad no te acompaña. Y Hogue, puteado por los compinches que le abandonaron, por el progreso que no le guarda lugar alguno y por el amor de alquiler, parece ser feliz al hacer coindicir los relojes negros. Lo mejor del director navajo.
Y fin…