En junio del pasado año, mi chica y yo pudimos volver a ver una película en una sala de cine por primera vez desde que nacieron nuestros hijos. No sé cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo hicimos (¿dos años?), justo cuando su embarazo dio una tregua y pudimos hacer una vida «casi» normal. Después la carga de trabajo y las emociones se desbordó, nuestra vida social se encajonó y comenzamos a trazar planes para cuatro en lugar de dos.
Regreso a ese día lluvioso de junio de 2015. Ella y yo aprovechamos que los bebés duermen y se encuentran al cuidado de sus abuelos para cruzar el umbral de una sala oscura otra vez. Lo que antes era habitual ahora es un lujo más valioso que un kilo de coltán. Nos sentamos en la butaca con extrañeza, nos miramos desconcertados y la luces se apagan antes de que las primeras dudas se materialicen y nos empujen a abandonar la sala en busca de los niños. Tenemos que ver la peli. Es «Del Revés», la última de Pixar. Los críticos la han puesto por la nubes. Incluso hay quien la sitúa en lo más alto del ya muy alto altar de la productora. Una hora y media después abandonamos la sala con un sonrisa imborrable en nuestros rostros. Lo hicimos, sí. Acabamos de ser testigos de la mejor película producida por Pixar hasta el momento. Tomando como premisa una idea perpetrada por una mediocre serie televisiva de los noventa titulada «La cabeza de Herman», la han moldeado hasta convertirla en pieza de museo. Desentrañar su magia ahora, tantos meses después, suena ridículo. No lo voy a hacer. Solo pretendo hacer justicia a tan maravillosa película y a este blog que un día mantuvo la tradición de dedicar el último posteo del año a la mejor película del año. Ahora que las cosas han cambiado, el blog se levanta de nuevo. Más cansado, más pesaroso, sabedor de que el tiempo de los blogs ha pasado. Durante todo este tiempo, en una evidente analogía darwiniana, solo han sobrevivido los más persistentes que no los mejores. Puedo recitar decenas de páginas que ya no existen que me hicieron feliz y supieron morir dejando un hermoso rastro tras de sí. Del mismo modo, como prueba, es justo que el que debió ser último posteo de 2015 vea la luz en febrero de 2016. Ahora mi corazón da volteretas, como dijo una vez Woody Allen. Y no sé si eso es bueno o no. Lo cierto es que las dio en junio de 2015, lo hizo antes, un nueve de marzo, y las vuelve a dar cada vez que abro el panel de control de mi casa, mi refugio, mi blog. El lugar desde el que observo mi propia vida…
Alex,
me gustó mucho la película y además la vi en el cine,como vosotros.Celebro tu vuelta al blog,te envío un abrazo:)
Un abrazo, Troyana!