Suelo hacer lo que me da la gana, hasta robar patatas. Sí, tal cual. A veces robo patatas fritas de los platos de desconocidos y cuando me miran sorprendidos les digo: «Nadie te va a creer cuando lo cuentes».
Me ofrecieron un pastizal de dinero por poner voz a Garfield y acepté. Cuando leí el guion me pareció lo más estúpido que había leído en mi vida, pero acepté. Al fin y al cabo solo era mi voz, ni se me veía y probablemente nadie se enteraría de que tras ese gatito estaba yo. Era un montón de dinero y ni siquiera tuve que salir de un garaje en dos semanas.
Hay años de mi vida que se están volviendo borrosos en mi cabeza. Y menos mal, no podría soportar tanta estupidez junta.
Mi cruz es que la gente me vea como un tipo gracioso. Solo soy yo mismo y si esa es la imagen que tienen de mí, algo estoy haciendo mal.
Le pregunté a Scarlett si se acostaría con un tipo como yo. «Lo haría con Bob», me respondió. Debí decirle que Bob soy yo. (durante el rodaje de «Lost in Translation» Murray interpretó el papel de Bob Harris)
Creo que la única vez en mi vida que fui plenamente feliz fue durante el rodaje de «Atrapado en el Tiempo». Era feliz cuando salía del hotel por la mañana y seguía siéndolo al regresar por la noche. Durante una cena, mediado el rodaje, Andie MacDowell me contó los progresos que había hecho con su terapeuta. Que si ahora había encontrado el camino de la felicidad, que si había dejado atrás los problemas, que si los hombres nunca fueron justos con ella. Le puse un dedo en la boca, cogí dos copas de vermut y la saqué a bailar. «Eres ahora feliz», le dije. Me sonrió y echó la cabeza hacia atrás. No hay nada que el doctor Martini no pueda curar. Y todo por diez dólares.
Estuve en Japón diez años antes de rodar «Lost in Translation» para jugar un torneo de golf. Vi uno de esos anuncios gigantescos pegados a la carretera en la que Harrison Ford aparecía sosteniendo una cerveza Kirin en sus manos. No es tan buen actor como para disimular el asco que se daba a sí mismo por hacer aquello. Años después, Brad Pitt me contó que le habían contratado para anunciar un café japonés a cambio de una cantidad inmoral de dinero. «Era un café asqueroso», me dijo. Ellos fueron mi inspiración para elaborar el papel de Bob Harris.
Aunque me he sentido solo casi toda mi vida nada puede compararse a la sensación que sentí cuando murió mi madre. Estaba solo. Mi padre había muerto algunos años antes, pero la ausencia de mi madre fue una revelación. La persona que me llevó dentro ya no estaba. Me costó años superarlo. Fue algo espantoso.
Tengo la sensación de que en sesenta años de vida nadie ha llegado a conocerme. Ni siquiera yo mismo me conozco. Hago cosas a diario que me sorprenden.
Durante los descansos del rodaje me gustaba interrumpir a los demás. Daba igual lo que hicieran: jugar a cartas, al fútbol, a las damas… siempre estaba allí para incordiar, y todos se reían. No sé por qué pero lo hacían. Mi intención era resultar molesto, pero reían. Que los demás te vean gracioso es la peor maldición. (durante el rodaje de «Cazafantasmas»)
Simplemente genial.
Tiene algo muy especial, no se definirlo. Y siempre supe que él era Bob. O Bob era él.
Peculiar,auténtico…un tipo que cara a cara seguro no pasa desapercibido.
Un abrazo!