Hubo un tiempo en el que la línea apolítica y descreída de mi familia se quebró. Fue la época en la que mi padre tonteó con la idea de afiliarse al partido comunista y decidió hacer participes de ello a mi hermano y a mí. Apenas tenía nueve años entonces pero recuerdo los mítines en salas abarrotadas, las banderas republicanas por todas partes y las cinéfilas sesiones de “formación” en las que vi por primera vez “Octubre” de Eisenstein. Todo ello influyó de una manera tan radical en mí que durante los primeros años de adolescencia sufrí agresiones y provocaciones a causa de las pegatinas de la hoz y el martillo que orgullosamente lucía en mis carpetas. No se preocupen… aquello no duró demasiado. Tanto mi padre como nosotros recobramos el sentido común poco tiempo después.
Ya están documentados. Ahora les contaré una historia… Hace unos días, mientras rebuscaba en el trastero los dos volúmenes de “Hollywood Babilonia” que enterré allí hace años, me topé con un pequeño libro que ya había olvidado…
Sí señores, “URSS: 100 Preguntas y respuestas”. Entonces me sumí decimonónicamente en el recuerdo al tener semejante joya en las manos…
Recordé que en mi último año de la desparecida EGB se nos encargó un trabajo en el que debíamos escribir a una embajada extranjera solicitando información del país en cuestión. Unos eligieron Brasil. La mayoría se decantaron por los States (a quien todos dicen odiar pero que tienen tanto tirón), otros por Alemanía, algunos por Gran Bretaña. Nunca olvidaré que mi mejor amigo eligió Costa Rica y le enviaron folletos, un libro y un bolígrafo con su escudo nacional.
En fin… ¿Qué país creen que elegí yo?… No resulta difícil de adivinar. Fui el único, además, en tomar semejante decisión. Y como pueden imaginar, mientras todos mis compañeros iban recibiendo paulatinamente sus paquetes, yo, otra víctima de la monstruosa burocracia comunista, fui el último en recibir el mío que se limitó a un triste libro editado descuidadamente y a una revista panfletaria titulada «Quienes amenazan realmente la paz» con un misilazo con la bandera yankee en la portada.
Estructurado en 100 preguntas y sus correspondientes respuestas, el contenido del libro es una delicia. He seleccionado tres de las preguntas y respuestas que contiene. Pónganse cómodos y disfruten…
93.- ¿Por qué tienen tan pocos automóviles particulares?
– No son tan pocos. “El automóvil no es un artículo de ostentación, sino un medio de locomoción”. En 1965 en la URSS se vendieron 64.000 automóviles. Ya en 1970 la cifra alcanzó el número de 123.000.
Mareantes cifras para un país de 300 millones de habitantes. La sentencia que afirma que el coche no es un artículo de ostentación haría llorar a muchos (hombres mayormente). Sigamos…
40.- ¿Por qué en la URSS están prohibidas las huelgas?
– En la Unión Soviética no están prohibidas las huelgas. Simplemente no las hay porque carecerían de sentido. Recordemos la frase de Lenin: “el recurso de la lucha huelguistica en un estado con un poder estatal proletario, puede ser explicado y justificado sólo por tergiversaciones buracráticas del estado… así como por el bajo desarrollo político y cultural de los trabajadores”
Otra vez citando las sentencias bíblicas del querido líder. Esta vez asegurando, en otras palabras, que en un estado proletario el que hace huelga es gilipollas. No se vayan todavía, aún hay más…
32.- ¿Por qué tienen un solo partido? ¿Son compatibles el socialismo y el pluripartidismo en la URSS?
– El hecho de que en la URSS hay sólo un partido se debe a condiciones históricas concretas.Los partidos pequeñoburgueses no fueron disueltos, como afirman algunos historiadores de occidente, fueron desapareciendo de la arena política a medida que iban perdiendo la confianza del pueblo. Así pues, el propio curso de los acontecimientos históricos obligó a los comunistas a asumir la plena responsabilidad del destino del país.
Que admirable abnegación y sentido del deber la del partido. Qué, ¿cómo se les ha quedao el cuerpo?. Pues eso no es lo peor…
Esta pequeña pieza de coleccionista venía acompañada de una carta de la agencia Novosti (También apreciable en la foto) en la que se me agradecía mi interés y se adjuntaba una pequeña encuesta en la que se interesaban por mis aficiones, edad y estudios para culminar con esta inquietante pregunta…
¿Estaría usted interesado en emigrar a la Unión Soviética?
No envié el cuestionario, pero sí que lo rellené. ¿Qué creen que respondí a aquella malévola pregunta?
Sólo espero que haya quedado claro que si alguna vez se desclasifican los archivos de la KGB sean conscientes de que si ven mi nombre por ahí mi aportación al espionaje soviético se limitó a una inocente carta enviada por un adolescente confuso.
Parece un oscuro episodio de Fringe. Mira a ver si hay un Álex en un universo paralelo en una URSS hiperbólica y ucrónica. Si te coge el tema Abrams saca una serie nueva. Política-ficción en Cucumberland. Apreciable post. Risible si no fuese porque cuenta una historia verídica, como decía P. Gandía, el inefable.
En realidad no es más que un episodio de la ceremonia del absurdo que circunda mi vida. El superagente 86 (mejor el agente 13, va más conmigo) en lucha constante contra su sino…