Nadie puede saltar charcos eternamente, aunque siempre quede lugar para la duda…

Tuve un profesor de ética que nos repetía en cada clase: «Olvidaos de los que es justo o de lo que creéis justo, porque eso no lo vais a encontrar en el mundo real».  Se supone que un profesor debe estimular las mentes y las almas de sus alumnos para hacerles volar lo más alto que sus alas puedan soportar. Él, sin embargo, se preocupaba de amputar esas alas a sabiendas de que difícilmente las podríamos utilizar en aquel agujero que me resisto a llamar instituto.

Pero hubo quien pretendió negar la lógica y prefirió ensalzar la utopía. Henri Cartier-Bresson, maestro de todo fotógrafo, acuñó el término «el instante decisivo» para definir lo indefinible: las sensaciones fugaces que no podemos ver pero sí sentir. Todo aquello que se escapa al ojo humano y la cámara puede acuñar.

«En la fotografía, lo más pequeño puede convertirse en un gran motivo. Son los pequeños detalles humanos lo que me interesa. El resto no es más que vanidad».

Henri Cartier-Bresson.

10 pensamientos en “Nadie puede saltar charcos eternamente, aunque siempre quede lugar para la duda…

  1. Tal vez no eternamente, pero sí mientras se tengan piernas y se domine su movimiento. Yo creo que sí. Que se puede seguir saltando charcos. Aunque vayas a acabar con las botas caladas y los pies tiesos de agua.
    Tal vez, viviendo un instante indefinible.

    Tienes un blog espectacular.
    Saludos.

    • Pues gracias. Teniendo encuenta que siempre he pensado que mi blog es una extensión de mí mismo, y que soy cualquier cosa menos espectacular, agradezco sinceramente tus palabras aunque me cueste aceptarlas. Creo que para saltar charcos eternamente se precisa del talento para fabricar un momento decisivo como los de Bresson. Entonces, de algún modo, lo logras. Es más la satisfacción contigo mismo que con el éter. Pesa más. Las botas siempre caladas y los pies empapados. Estoy acostumbrado a que así sea. Es una prueba de que se ha vivido y se sigue viviendo.

      Saludos.

  2. Alex, saltará charcos quien realmente crea en ello. Lo triste de la vida a veces es que el ánimo decae, lo maravilloso es que de la misma forma llegas a una conclusión que te convence y vuelta arriba. Estoy con Cartier, son los detalles humanos lo que me interesa y en un mundo que se sostiene precariamente en esta época, creo que tienen más valor que nunca. Espero que tú puedas largamente, saltar tus charcos. Y que yo siga cerca para verlo.

    Un beso.

    • La cosa anímica es puro bamboleo llegados a determinado punto. El mantener la ilusión, sublimación del concepto «saltar charcos», es una cuestión de fe. La famosa fotografía de Bresson cuenta la historia y su reverso. Una se ve, la otra se intuye. La vida es un juego de espejos calibrado de modo caprichoso.

      Besos, Angéline.

  3. Estamos para saltar charcos. Los hay a tutiplén y se esconden y no parecen ni siquiera charcos. Lo que no son charcos también lo son. Y no sé si yo mismo sé a estas alturas qué es un charco en verdad, pero estoy dispuesto a sortearlos…

  4. A mí ese profesor, que habla así a alumnos de 16 años, lo siento pero no me gusta nada. Por mucho que se haya desencantado de la vida no tiene derecho a transmitir eso a jóvenes de 16 años porque entonces ellos dejarán de tener ganas de comerse el mundo, de ser el motor de todo esto y todos estaremos perdidos.

    • Todo tenía su contexto, aquella sentencia también, al margen de que hay millones de personas quemadas por la vida como era su caso. El oficio de educador es complejo y no se deberían permitir los altibajos, tienes razón. Si te privan de los sueños siendo aún adolescente ¿qué queda?

      Beso, mi Princesa.

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