Memeadicto…

En realidad no es así, no soy memeadicto. En realidad, los memes me dan bastante grima. Pido a los cielos que no me caiga ninguno en suerte, pero cuando alguien apreciado me pide que participe de uno lo hago encantado y sin rechistar, convencido de que mis respuestas de algún modo le interesan sinceramente. Así fue que Troyana, a la que estimo grandemente desde hace ya casi tres años, me reclamó una serie de respuestas cinéfilas y como hablar de cine es algo que podría hacer veinticuatro horas al día, lo hago con sumo placer. Conste, en cualquier caso, que las escenas que cito son solo una gota en el océano. Mañana, a buen seguro, las respuestas serían otras. Conste también, que este meme acaba aquí por mi parte. Si alguien desea tomarlo es muy libre de hacerlo.

ESCENA MÁS GRACIOSA

Sin duda, hoy me decanto por «Las Vacaciones del Señor Hulot»  (Jacques Tati, 1953). La escena del funeral en la que el muy torpe y eternamente fuera de lugar señor Hulot trata de reparar su coche y acaba recibiendo el pésame en un funeral ajeno es sencillamente hilarante. Debo confesar que no hace demasiado tiempo me ocurrió algo similar, lo que demuestra que mi semejanza con Hulot es más que preocupante.

Dejo un vídeo con la escena incompleta. Lástima, pues falta lo mejor.

ESCENA MÁS TRISTE

Hay una escena en la notable «Cuna de Héroes» (John Ford, 1955) en la que un viejo militar (Tyrone Power) al borde de la retirada, coge la mano de su esposa (Maureen O’Hara) mientras pasan una tarde más en casa al tiempo que hablan de sus cosas. Ella no se encuentra bien; el dolor lleva oprimiendo su pecho todo el día por lo que su marido soporta su peso mientras la acompaña camino de la mecedora del porche de su casa. Piensa, el viejo militar, que el aire fresco del atardecer le sentará bien. Tras ayudarla a sentarse, él se presta a buscar un chal que resguarde los hombros de su esposa de la brisa nocturna que comienza a soplar. Mientras busca en un armario, en un segundo plano vemos como la mano de la mujer cae y se comienza a balancearse inerte. El militar se extraña del silencio de su esposa ante las preguntas que le ha lanzado mientras buscaba en el armario. Al volverse, se da cuenta de que el brazo de su mujer yace desplomado, como si el de una muñeca de trapo se tratase. Entonces, lentamente, se dirige hacia el porche y, tras observar con dulzura a la que ha sido su mujer durante cuarenta años, le coloca delicadamente el chal para sentarse después a su lado donde contemplará el que será último anochecer que compartirán juntos. Una delicatessen emocional. Puro Ford.

ESCENA MÁS ALEGRE

La escena más optimista tenía que ser de Capra, of course. En «Vive Como Quieras» (Frank Capra, 1938) todos los problemas (especialmente los que no tienen solución) se encaran de un modo tan simple como tocando la armónica y bailando. Puede que no se consiga resolver mucho de tal modo, pero, echando mano del dicho popular: «que nos quiten lo bailao»...

ESCENA MÁS AGRIDULCE

La escena final de «Lost in Translation» de Sofia Coppola, deja un poso entre amargo y dulce. El breve camino común ha terminado y Bob y Charlotte emprenden caminos diferentes sin haber llegado a completar el círculo. Ambos han tomado algo del otro y ésto les ha servido para ensamblar muchas de las piezas desubicadas en sus vidas. Pero hay tanto por construir aún y todo es siempre tan difícil…

ESCENA MÁS PERTURBADORA

Tras una escalonada caída en los infiernos de la depresión (alcohol mediante),  Norman Maine (James Mason) aprovecha una actuación de su esposa (Judy Garland), estrella emergente (tan preocupada por el estado de Norman como profundamente enamorada de su marido) a la que la presencia de la descendente carrera de Norman opaca, para adentrase en el océano y desaparecer de escena del modo más discreto posible mientras de fondo suena la voz de su mujer cantando proféticamente «It’s a New World». La sutileza con la que George Cukor rueda la escena final de  la versión musical de «Ha Nacido una Estrella»  (George Cukor, 1954) es sobrecogedora. La interpretación de Mason, escalofriante. En sus últimos momentos, su rostro refleja la intensa tristeza del que padece dolor de alma, al tiempo que transmite la serenidad y la determinación del que sabe que está a punto de tomar el único camino posible.

ESCENA CON MÁS SUSPENSE

La escena inicial de «Gloriosos Bastardos» (Quentin Tarantino, 2009) es desquiciante incluso para los nervios más templados. En todo momento es notorio que algo está a punto de ocurrir. Sin embargo, el malévolo Tarantino desespera a la audiencia con falsos movimientos que transmiten una negra esperanza que finalmente se vendrá abajo. Pero el mal no siempre triunfa. Al menos, no en esta delirante y tan extremadamente violenta como inteligente película.

ESCENA MÁS ATERRADORA

La escena final de «La Matanza de Texas» (Tobe Hopper, 1974) nos sumerge en un universo gobernado por la locura más irreal. El nivel de histerismo llega al punto de que Leatherface se aparece como el miembro más cuerdo de esta familia de psicópatas paletos con gusto por hacer llegar la casquería hasta nuestras peores pesadillas. Han pasado muchos años, pero aún me dura el tembleque (palabra) desde el primer y último día que la vi.

ESCENA MÁS ROMÁNTICA

Ocurre que se dio en «Eternal Sunshine of the Spotless Mind» (Michel Gondry, 2004) la más romántica, la más triste y también la más devastadora escena que he visto. Sólo así se puede entender el extraviar para siempre de tu memoria a la persona amada. Después de eso nada queda y Joel (Jim Carrey) lo sabe. Por ello observa con rendición como desfilan los recuerdos en los que ella aparece y que, al llegar la mañana, ya no estarán. Consciente de que la tristeza presidirá tu vida por siempre, al menos «finjamos que tuvimos una despedida», que diría Clementine (Kate Winslet).

ESCENA CON MEJOR DIÁLOGO

Inclinándome por el clasicismo, debería decir que es «Casablanca» la película que contiene mejores diálogos. Y está cualquiera de Mankiewicz o de Tarantino o de Wilder… pero no. Ya que estoy con «Eternal Sunshine of the Spotless Mind» me quedo con el diálogo que me quita el sueño desde 2004.

Joel: Vayámonos. Tengo que volver en coche con mis amigos.

Clementine: Pues, vete…

Joel: Y lo hice… Pensé que tal vez estabas chiflada. Pero eras excitante.

Clementine: Ojalá te hubieras quedado.

Joel: Yo también lo desearía. Dios, ahora desearía haberme quedado. Desearía haber hecho muchas cosas. Ojalá… ojalá me hubiese quedado, en serio.

Clementine: Cuando bajé ya no estabas.

Joel: Me fui. Salí por la puerta.

Clementine: ¿Por qué?

Joel: No lo sé. Me sentí como un niño asustado. Me sentía con el agua al cuello.

Clementine: ¿Estabas asustado?

Joel: Sí, creía que ya sabías eso de mí. Volví corriendo hasta la hoguera, intentando vencer mi humillación.

Clementine: ¿Fue por algo que dije?

Joel: Sí. Dijiste: “pues, vete”, con tanto desdén, ¿sabes?

Clementine: Lo siento.

Joel: No importa.

Clementine: Joel, ¿y si esta vez te quedaras?

Joel: Salí por la puerta. No me queda ningún recuerdo.

Clementine: Vuelve y al menos inventa una despedida. Finjamos que la tuvimos.

Clementine: Adiós, Joel…

Joel: Te quiero…

Clementine: Nos vemos en Montauk…

ESCENA CON MEJOR PELEA

Con seguridad la escena de la interminable pelea entre Victor McLaglen y John Wayne en «El Hombre Tranquilo» (John Ford, 1952). Fue tan largamente esperada, que los pueblos vecinos a Innisfree se quedaron vacíos para ser testigos de tan magno evento. Todo empezó en plena finca de McLaglen y, tras recorrer el pueblo a mamporrazos, acabó en la de Wayne. Eso sí, todo se desarrolló con caballerosidad y buen talante. Más o menos…

MEJOR ESCENA MUSICAL

El momento en que Judy Garland canta «Have Yourself a Merry Little Christmas» en «Cita en San Louis» (Vincente Minelli, 1948),  tiene la facultad de arrancarme lágrimas cada vez que cometo el «error» de verla de nuevo. En concreto, el momento en que la Garland se arranca con un «next year all our troubles will be out of sight»  me sume en un estado tal que cualquiera de mis conocidos negaría toda relación conmigo. Un recuerdo de infancia (la canción) azuzado periódicamente por las circunstancias.

MEJOR ESCENA MUSICAL CON BAILE

La escena en la que son presentados los personajes del apocado Seymour (Rick Moranis) y la megacursi, y sin embargo entrañable, Audrey (Ellen Greene) en «La Pequeña Tienda de los Horrores» (Frank Oz, 1986)  es un prodigio de narración y puesta en escena usando como pretexto la música. Teoricamente deprimente, si bien incrustada en una comedia azucarada y a pesar de todo cruel, palabra de que resulta disfrutable en cualquier situación y estado emocional.

ESCENA CON MEJOR DISCURSO

Esto de los discursos como medida de concienciación pasó a la historia hace tiempo, deglutido por los nuevos tiempos. Entonces, de repente, «El Discurso del Rey» arrasó entre la crítica de bien, convenció a los espectadores y la escena final, en la que el rey Jorge VI habla a la nación, emocionó a no pocos de ellos. Asumido mi fracaso a la hora de realizar juicios de valor (cosa que nunca debería hacer), obvio la tontería oscarizada este año, para decantarme por los clásicos una vez más. En concreto me quedo (siempre) con el idealista de manual que fue Frank Capra. Maestro de causas perdidas y eterno optimista confiado en que las cosas pueden y deben cambiar. El discurso de Jimmy Stewart en «Caballero sin Espada» (Frank Capra, 1939) no sólo mantiene su vigencia hoy día, sino que debería ser de obligada visión para todo aspirante a político antes de ser maleado por el sistema.

Ya que el texto declamado es fundamental para su comprensión, pongo las dos versiones: la original (emotiva hasta la arcada) y en castellano (denunciablemente mal doblada) para quienes no dominen el inglés.

MEJOR ESCENA DE INICIO

Me quedo, por siempre jamás, con la portentosa escena inicial de «Sed de Mal» (Orson Welles, 1958). Pero al haberla citado en un meme reciente, quedaría redundante hacerlo de nuevo. De modo que echo mano de la excelente escena inicial de «Magnolia» (Paul Thomas Anderson, 1999) en la que, a través de un primoroso montaje, se demuestra empíricamente que el azar no existe.

MEJOR ESCENA FINAL

La escena final de «El Padrino» (Francis Ford Coppola, 1972) reúne en un solo plano la esencia del gran cine. Una imagen fija, unos gestos que lo dicen todo y un acto final que aleja a los ojos indiscretos marcando una línea que nunca se debe traspasar. Por algo Coppola es, a mi modo de ver, uno de los escasísimos genios vivos.

ESCENA QUE JAMÁS DEBERÍA HABERSE RODADO

El piloto que activa la vergüenza ajena funciona con tanta frecuencia sobre mí que tentado estoy de desactivarlo y entregarme a la cursilería más vil con tal de no oír sus cada vez más estruendosos pitidos. Hay tantas, tantas escenas que solo sirvieron para malgastar celuloide y para alimentar las peores pesadillas de tanto cinéfilo incauto, que me resulta imposible quedarme con una sola. Porque Michael Bay es el anticristo y mi odio hacia su persona aumenta día tras día, le señalo a él y a su obra magna: «Pearl Harbor» (2001).

Es tal el filón que supone esta ¿película? que difícil resulta decantarse por una escena. Por citar una, me quedo con la del primer encuentro sexual entre los protagonistas sucedido tras un baboso vuelo romántico que, me temo, pretende emular al de Redford y Streep en «Memorias de África», escoltado por una enfática banda sonora que nos hace desear ser sordos. Una vez en tierra, y rodeados por vaporosas sábanas blancas en un escenario en el que seguramente se rodó algún vídeo para Playboy un par de días antes, se consuma el delito del modo más aséptico posible, por supuesto. La fotografía, la música, los gestos de los actores… todo parece formar parte de una confabulación para derrotar la astillada alma del que mira al mismo tiempo que sirve para alimentar las fantasías de cualquier fémina adolescente en pleno calentón pasteloso. Inenarrable…

MEJOR ESCENA

La mejor escena del cinéfilo mundo mundial sencillamente no existe. Son miles, cientos de miles o millones los pedazos de fotogramas que pueblan mi memoria. De quedarme con una tendría que echarlo a suertes o citar la primera que, a bote pronto, me venga a la cabeza. De modo que a ver, a ver… Et voilà…

Y fin…

6 pensamientos en “Memeadicto…

  1. Alex,
    primero que nada agradecer tu cálidas palabras,yo también te tengo un aprecio inexplicable,el que se puede tener después de tres años en el que nos seguimos la pista,nos comentamos,el concebible en esta esfera virtual en la que nos movemos sin habernos visto nunca personalmente.
    Por otra parte,tu lista no tiene desperdicio,y encima incluyes vídeos y fotografías,realizando un Meme con mayúsculas cinéfilas,a la altura de un hacedor de listas al que no le conozco rival.
    De las películas mencionadas,me decanto una vez más por Sofia Coppola en «Lost in Traslation»,tan agridulce esa despedida,que bien podría ser un comienzo.

    Me gusta la escena más alegre,encarar lo irresoluble con la música,es una actitud a seguir.
    Y me aterra,como a ti «La matanza de Texas» un clásico,que sola no puedo ver.

    Por otra parte,me ha encantado la canción de Judy Garland,comprendo tu implicación unida a un recuerdo de tu infancia.En realidad,el mensaje es muy sabio,de aquí a mucho,nos reiremos de lo abrumadores que parezcan nuestros problemas hoy y no quedará ni rastro de ellos.

    En cuanto a Tarantino,la escena que nos traes es magnífica,pero es que Quentin,es Quentin y sabe ponernos el corazón en un puño.

    Me he reído con la escena que jamás debió ser rodada,pero por favor,cualquier parecido con «Memorias de África» es pura coincidencia,no blasfememos,por favor 😉

    Y no hay mejor final para tu lista,que el diálogo de «Con Faldas a lo loco».

    Un abrazo agradedido,Alex,por responder tan generosamente a este reclamo.

    • Aprecio, ya ves, Troyana, compartido. Son muchas horas de conversación tecleada y gozoss visitas a tu blog como para que no se hayan establecido lazos de complicidad.

      La lista, bueno, ya ves que sigo la premisa de que cuando haces algo que sea del modo más completo posible. Para facilitar las cosas al presumible visitante (que, me temo, no será muy abundante). Vídeos y fotos para hacerse a una idea de a qué se enfrentan. Y sobre todo, irónicamente expresado, para que no caigan en el error de comparar esa monumento a la estupidez que es «Pearl Harbor» con la maravillosa «Memorias de África». Si un viaje en avión se le puede equiparar es el de «El Paciente Inglés», conste. La mesura, la economía de sentimientos y la expresión de éstos mediante los gestos vale más que mil besos contraídos en la cabina de un avión (de hecho, no descartaría que Michael Bay insinúe que hay sexo entre los personajes, sorteando las palancas de estabilización y los volantes partidos por la mitad). En fin, agradecido a ti por pensar en este blog como receptor de tu interés.

      Abrazos, Troyana.

  2. La lista es muy buena, como siempre 🙂 pensando en mi propia lista, elegiría la escena de Marlon borracho, con la camiseta sudada gritando Steeeeeella en Un tranvía llamado deseo. La llamaría escena para quedarse con la boca abierta (es que ahí me enamoré de Marlon para siempre). Y como escena más divertida elegiría una también de Con faldas y a lo loco, cuando Daphne entra tocando las maracas (recurso de Wilder para evitar que las risas taparan los diálogos) y dice: -Nos hemos prometido y Geraldine pregunta: -ah, si? y quién es ella? y Daphne contesta con cara de arrobo: -Ella soy yo.

    • Brando y su camiseta imperio han copado los sueños más pecaminosos de varias generaciones de mujeres (y no pocos hombres) desde que gritó el nombre de su esposa en vano. Steeeellaaaaaa!! Icono total. Lo de las maracas (¿quién te habrá contado esa anécdota? :P) es genial. Toda la película en sí es genial. No es mi favorita de Wilder (que «El Apartamento» está por ahí) pero resulta imposible, por muy bajo que sea tu estado de ánimo al verla, el no sonreir viéndola.

      Besos, hojalatada princesa.

  3. Eres bueno…Tú ..eres bueno..
    (por supuesto en este comentário tu debes imaginarme con la cara de Robert de Niro , señalándote con el dedo , mientras yo te veo poniendo la mueca de horror y verguenza ajena de Billy Cristal , vale?)

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