La mayor virtud de David Fincher reside en su habilidad para amoldarse a cualquier historia. Poco importa que la narración se desarrolle desde la mente de un asesino en serie, de un esquizofrénico apocaliptico o de un millonario apático, Fincher siempre despliega sus dotes de artesano (ese palabro que tanta afectación despierta entre sus adeptos y que servidor considera el mayor elogio que un cineasta puede recibir) para convertir en imágenes cualquier tipo de material que caiga en sus manos.
Así ha ocurrido nuevamente en su nuevo trabajo, «La Red Social». Impecable ejercicio narrativo que dispone de uno de los guiones con menos fisuras de los últimos quinquenios. Su aportación se limita a transportar la historia a celuloide, evitando barrocas obsesiones que hubiesen emborronado el resultado final. Filtra el agrio poso remanente y añade solemnidad a un protagonista solitario. De esos cuya amarga soledad tan sólo las crónicas podrán dar fe.
La azarosa historia de la creación de la red social Facebook, permite al guionista Aaron Sorkin brindar a Fincher un trabajo impecable que contiene todos los elementos de la tragedia clásica con la traición como sentimiento estelar. La historia fluye con tal agilidad que no podemos evitar sentir el vértigo que debieron sentir los protagonistas de esta historia edificada sobre la nada virtual. Es todo tan confortable, tan familiar, que el frío bostoniano nos cala del mismo modo que el sofocante calor angelino nos hace desabotonarnos un botón extra de la camisa.
Como si de un maestro de la época prodigiosa del cine se tratara (años 40, 50, 6o…), Fincher deja sin argumentos a cualquier detractor en virtud de la aplicada matemática presente en la cinta, sólida hasta la extenuación, en la que tan sólo se echa en falta que los personajes muestren mayor humanidad para justificar que son algo más que autómatas al servicio de un engranaje puntillosamente ajustado. El automatismo habitual en el cine de Fincher que es su mayor losa y, paradójicamente, su mayor virtud para los amantes de lo aséptico.
Una de las películas del año, sin duda, pero una de esas películas destinadas a ser olvidadas en algún tiempo entre las cajas apiladas de la memoria.
Alex,me despierta curiosidad la justa,mucho revuelo se le está dando por internet,posiblemente la veré,pero no ganas desmedidas.
bs
Es una película impecable, Troyana. Equilibrada, un alarde de narración fílmica, sólidad… pero sigo pensando que si pinchas a las películas de Fincher no sangran. Tienen alma, creo, aunque a mí me cueste darle forma.
Besos, Troyana.
Pues yo debí ver otra peli…me aburrió casi tanto como se aburre el protagonista. Cuenta una historia y la cuenta bien, pero es eso, si la pinchas no sangra.
A mí me gustó, pero su recuerdo se difuminó en mi memoria a velocidad luz. Tengo un problema con la mayor parte de la, aclamada por muchos, obra de Fincher.