En «El Rayo Verde», bellísima novela de Julio Verne, el inesperado final deja paso a la imaginación que proporciona la magia doméstica. Aquella que aparece desprovista de velos y confeti.
Hace dos días, totalmente solo en la inmensa playa de Chambre d’Amour, con su imponente faro a mi izquierda, me senté frente al océano esperando ver el rayo verde un día encapotado. Para los que nunca lo veremos, el rayo verde significa mucho más que un punto de luz que en forma de sable cruza el horizonte al morir el día. Es la constatación de que la quimera existe en alguna parte.
Cuando el día se apagó, miré hacia mi costado hasta cruzar mi vista con un haz de luz blanca que procedía de la linterna del faro que pocas horas antes tuve al alcance de mi mano. Y fue allí cuando comprendí, al fin, lo que Verne contó hace 120 años.
Y hoy es el día XIV ya. Y pese a lo afilado del camino en algunos tramos, seguimos en pie. Como el día que te conocí y soportarmos el peso de nuestros cuerpos las doce veces que estuvimos a punto de caernos. Aquel día llevabas el pelo revuelto…
yo me conformo con poder buscar un día tras otro ese rayo verde con una mano enganchada a la mía… no me importa cuál… me basta con que haga que el corazón me lata deprisa… me chifla la canción… 😛
Aun reconociendo que todo esto no es más que un fenómeno atmosférico, la búsqueda del rayo verde seguro que depara buenos momentos. Y alguno puede que dure más de lo habitual. La canción es la hostia.
Y está también Rohmer…
Magnífico libro el que estás leyendo; se comprende mejor la película…
Es que habiendo leído el libro la película toma un cuerpo diferente. La competencia, al menos la no comercial, nunca da problemas. Al contrario, de hecho, son problemas deseados.
El anónimo era yo… Es que lo de hablar desde la competencia como que da problemas…
Julio Verne… que sin haber jamás viajado describió tan bien tantos sitios…
«El rayo verde»… un fenomeno optico que solo se ve bao ciertas circunstancias, casi casi como el amor…
Y sin salir de Nantes viajó por todo el mundo (bajo tierra incluso). Un icono de mi niñez del que de vez en cuando hecho mano.
Me han entrado ganas de leer el libro.Lo haré. El rayo verde lo vi una vez mientras iba en coche .La verdad es que quería verlo , llevaba mucho tiempo con la cosa de lograrlo. Mi interes venía de la película de Rohmer .
Y esa playa con ese nombre ,por Dios, quiero ir a verla.
Saludos
Debes ver esa playa, Oli, te encantará. Es enorme y no muy frecuentada. El rato que pasé sentado allí en la oscuridad, sólo acompañado por el haz de luz del faro, fue de los más hermosos de mi vida. El libro, que leí siendo adolescente, me marcó más que la peli de Rohmer (que también es icónica para mí). Y qué bello final…
Saludos.