Vicente del Bosque es un hombre tranquilo y es esa tranquilidad, que la mayoría identifica con cachaza o sangre de horchata, la que siempre le dio fama de que nada le importa.
Tras la derrota ante Suiza en el mundial sudafricano, se escucharon las voces que aullan cuando la luna es eclipsada por las nubes. Los aficionados hacían mofas a su costa e ironizaban sobre el futuro de la selección. Escuché a un celebre periodista deportivo llamarle vago. Fue despedido del Real Madrid, dijo, porque entrenaba poco y los jugadores le habían perdido el respeto. Este periodista, de la misma cuerda de los que piensan que los generales romanos estilo Capello deben dar puñetazos en la mesa el mismo día de la toma de posesión de su cargo para demostrar quien manda, le considera blando. Y tal vez lo sea. Es blando porque del Bosque carece de un estilo propio. Los equipos que ha entrenado jugaron según los criterios de mercado. Es decir, si tengo esto jugaré de acuerdo con lo que dispongo. En otras palabras, es un gestor. A los que le acusan de no saber situar a sus hombres o de tomar prestadas tácticas ajenas se les podría contestar de un modo simple: es cierto. Porque para él lo más importante es tomar a un grupo (generalmente de divos) y convertirles en un equipo. Si yo me caigo, tú me levantas. Si aquel me golpea, tú impides que lo haga. Así de simple o de complicado.
El cuatro de diciembre de 1999, del Bosque era entrenador del Madrid tras hacerse cargo del equipo tras la destitución de John Toshack (éste sí que es un vividor, célebre es aquella rueda de prensa que dio en una piscina con un gin tonic en la mano). El equipo era un desastre y se optó por dejarlo en sus manos hasta final de temporada mientras se contrataba al entrenador de postín de turno. Aquella noche su equipo cayó en el Bernabeu ante el Zaragoza por 1 a 5. El público, indignado, abroncó a los jugadores pero no a él, un tipo de la casa que no tenía culpa de nada, pensaron. En la rueda de prensa, del Bosque apareció sereno pese a lo crispado del ambiente. Los periodistas, con la guadaña afilada, pidieron sangre y cabezas. Del Bosque les ofreció la suya: «Soy el único responsable de lo que ha ocurrido esta noche». Le mantuvieron en el cargo (paciencia, esa virtud tan poco frecuente en el Real Madrid) y terminó ganando dos Copas de Europa y dos ligas en cuatro años. Pero de todos aquellos títulos ninguna loa se le destinó a él sino a Zidane, Raúl o Figo. En junio de 2003, el día siguiente de ganar la liga, fue destituido. La derrota europea ante la Juve fue demasiado dolorosa para el «equipo galáctico». Su tiempo había pasado. Gracias por los servicios prestados pero ya no nos sirves.
Pero ahí sigue, mirando desde un acantilado a la copa del mundo, con sus manos en los bolsillos escondiéndose de las cámaras con tal de dar protagonismo a sus jugadores. Recibiendo palos en su ancha espalda. Minimizando las críticas porque «van con el cargo». Y aunque mañana pierda ahí seguirá, con su mirada triste, su timidez mal disimulada y su falsa paz interior. Sólo él sabrá que el camino hacia la meta comenzó un cuatro de diciembre diez años atrás.
Lo confieso, yo es que soy muy de Luis Aragonés. Me alegraré mañana, y no le resto valor a Delbosque, pero comulgo más con la escuela de Luis.
El cambió que armó, el soplo de aire fresco…
La eurocopa la jugamos mejor. El mundial ha sido un ir desperezándose. En la eurocopa eramos la auténtica naranja mecánica.
Tampoco yo le quiero atribuir méritos, principalmente porque él mismo me desautorizaría. Luis es otra cosa. Sangrante, avinagrado, genial a su estilo. Ambos fracasaron en Turquía, pero Aragonés salió a palos porque es lo que a él le gusta. El fútbol de los equipos de Luis es extravagante mientras que del Bosque prefiere lo dinámico. Dos estilos diferentes: el entrenador estrella contra el gestor que delega en sus jugadores. Se gane o no mañana, este mundial es su mundial. El mundial de la revolución tranquila.
Aex,tu sueño se acaba de hacer realidad:se ha ganado el mundial,y de la mano de este hombre tranquilo,Aragonés.No soy muy futbolera,pero esta victoria me ha emocionado,la creo trabajada y merecida,y creo cada vez más en ese estilo de gestión de equipo que delega y confía.
bss
Perdón,quise decir,Del Bosque,evidentemente;)
Mi sueño se hizo realidad. Gracias, Troyana. Y todo el mérito es para este hombre tranquilo que supo delegar y gestionar sin estridencias. La clave de todo éxito radica en la paciencia y en la mano izquierda, y este hombre anda sobrado de ambas cualidades.
Es un triunfo que la historia debía a este equipo. La justicia a veces se da. Será una noche hermosa.
Besos, Troyana.
Pues yo no voy a ser ventajista. Conforme Delbosque iba haciendo los cambios, y haciéndolos TAN tarde, iba pensando más y más que lo teníamos crudo.
Por el amor de dios, Torres!
Al final acción individual que lo decide todo, san casillas, y el juego sucio castigado de un modo justo por ese filo de la navaja del que se habla en match point…