A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás.
Buenos Días Tristeza – Françoise Sagan
Maravillosa descripción de la tristeza que de cuando en cuando nos envuelve y nos aparta suavemente de los demás.
bss
Es un libro maravilloso, Troyana. Y una peli más que recomendable la de Preminger. Jean Seberg nunca se vio (ni siquiera en «Al Final de la Escapada») tan bonita.
A veces confundimos o mezclamos la nostàlgia con la tristeza.
Ser nostálgico no es ser una persona triste.
La nostálgia es otra cosa . Tiene una gran parte de esos adjetivos que Sagán utiliza : Dulzura , obsesión…es exactamente ese :
«Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás.»
Es que en realidad pienso que la nostalgia es un avance de la tristeza. En lo que sí diferencio es en las clases de tristeza. La buscada, la involuntaria, la tristeza sin fondo… La primera de ellas, la buscada, llega a ser tan confortable que te gustaría mantener ese estado durante semanas. Aunque para los demás verte así debe de ser de cansado…
Bonjour tristesse… buff… sin palabras.. (para qué?)
Un retrato afinado y hermoso de la tristeza el de Sagan. Las palabras suspendidas de sus páginas ya lo dicen todo. No es necesario añadir más.
El alma, o lo que sea que es sentirse, busca compensaciones, aún viviendo en un campo de batalla. Se abriga al calor de la melancolía y sonríe. Quizá con ello amortigüe la gravedad de la caída, quizá sólo busque transmutar en miel la desdicha.
Trucos de magia para no llorar.
La tristeza es el peor estadio para llorar. Siempre lo creí así, Ramón. Las lágrimas durante el naufragio no son recomendables (aunque siempre asoman) porque te impiden ver los botes salvavidas.
La foto es hermosísima. Ganas dan de buscarla en plan ganso y colgarla de una algún sitio. Ya no me quedan paredes libres en el cuarto en el que escribo y tengo los discos, los libros y todo eso. Están llenas de cuadritos. Voy a tener que replantearme las paredes. Es hipnótica. Y la película es fantástica. Hace pocos días vi de nuevo la versión de Jim McBride con Richard Gere en plan mozalbete y una actriz estupenda, guapa de verdad, Valerie nosequé, haciendo de Jean Seberg. Ésta vale más. A mí, al menos, me produce un bienestar mirarla. Dos a lo mejor. Buen Viernes Santo.
Pasé un «birthday» cofrade. Eso te digo. En fin. Tampoco fue tan terrible.
La foto eriza la piel. Está tan bonita que no parece real. Como una pintura de trazo tan delicado que se podría romper sólo con mirarla. Y ella siempre fue una mujer estupenda en su tragedia. Porque no conozco a nadie que teniendo tan buenas cartas tuviera una vida tan trágica. La película de McBride es una tontería que gana con los años. La odié en su día y ahora me cae simpática. La Kaprisky fue un bellezón incapaz de conservar su aura, al contrario que Seberg.
No suena mal eso del cumpleaños cofrade. No fue tan terrible, seguro que no.
Se me coló el nick de mi hijo, Álex. Soy el astronauta cosmopoético, ya habrás adivinado.