8 pensamientos en “Mi Faro…

  1. Éste fue el primer cuento que leí de mi bienquerido Borges. Hablo del año 84. Justamente ese año. Hay fechas, como deslumbramientos amorosos, que se recuerdan. Después de éste, sencillo en su forma, hondo en sus adentros, vino todo lo demás. En cascada. Me pidió el otro día mi hijo que le contase, para la clase de Lengua del Instituto, un cuento. Debía ser contado, de viva voz, y no escrito y luego, de la letra caligráfica, hablado. Lo hice con el que te paso ahora, que probablemente conozcas. No le gustó al principio, pero luego le encantó. Y lo usó. Esto de mi hijo pasó hace una semana escasa. Volvemos, oh my friend, a eso de las casualidades que siempre nos ciernen. Me ha gustado mucho la versión «farera». Su texto en letra. Espero que leas o releas el de Borges, que él hace pasar por apócrifo, con gusto. En otro orden de cosas, o es el mismo, te llamé hace un par de horas. No te pillé. No desfallezco. Un abrazo. Buena travesía norteña.

    El historiador arábigo El Ixaquí refiere este suceso:

    «Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme), que hubo en el Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: «Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.» A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos., de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó el fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el Decreto de Dios Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mexquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte.
    A los dos días recobró el sentido en la cárcel,. El capitán lo mandó buscar y le dijo: «¿Quién eres y cuál es tu patria?. El otro declaró: «Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí.» El capitán le preguntó: «¿Qué te trajo a Persia?». El otro optó por la verdad y le dijo: «Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste».
    «Ante semejantes palabras, el capitán se rió hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: «Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de una mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete».
    «El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la fuente de su jardín que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.»
    (Del libro de las 1001 Noches, noche 351)

    • Lo que más me aproxima a Borges era su capacidad de fabulación «apócrifa». Como Lovecraft o Vila-Matas, inventa relatos, los pone en otras bocas y desperdiga una gran cantidad de pistas falsas que se enroscan sobre sí. El cuento, que aparece hacia el final de «El Faro», es de una sencillez y belleza arrebatadoras. No he leído la versión Borgiana. Lo haré, espero.

      Tu llamada era imposible de contestar. Me marché de Madrid a las diez de la mañana. Te llamo esta noche, Emilio. ¿Sobre las diez te va bien?

      Abrazo

  2. Ésta es la versión borgiana, aunque ponga Libro de las 1001 noches, bla bla bla.
    Así, al menos, lo leí yo. Palabra de Borges. Te rogamos, óyenos.
    En otro orden de cosas, o es el mismo, no fue posible; hoy, parece, tampoco. Salgo ahora. Son casi las 8. Vuelvo tarde. Ya sabes, la cervecita del viernes por la noche. Friday night joyful beer, jeje… Lo dicho, repetido, otra vez, a ser feliz a tutiplén, my friend.

    • Pues gracias por compartir la información y el cuento completo, Emilio. Poco borgiano soy yo, como sabes, pero conste que no reniego del escritor argentino.

      Leí tu mensaje y suspendí la llamada. Las copas y las risas entre amigos no tienen sustituto posible en una conversación telefónica.

      Abrazo, amigo.

  3. De una forma u otra,el tesoro le esperaba,tuvo que llegar hasta el Cairo y en busca de un mensajero,halló la clave para encontrarlo.Hermoso cuento,si hay algo que ha de cruzarse en tu vida,aun de la forma más enrevesada y enigmática posible,tarde o temprano,se cruzará.
    Yo también me voy a soñar!
    bss

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