Pues bien, las víctimas del diccionario Bush-Eje del Mal – Eje del Mal-Bush, suelen ser malvados países árabes o sudamericanos en los que los héroes de La Unidad actúan para salvaguardar al mundo libre. Y, por supuesto, España tenía que caer, que eso de salir escopetados de Irak les dolió tanto como escuchar el discurso de agradecimiento de José Mari Ansar al recibir la medalla de honor del congreso de los Estados Unidos.
¿Y cómo nos ve nuestro antiguo país amigo?. Pues como siempre, echen un vistazo…
Resumiendo, la acción se ubica en Valencia, aunque en realidad parece Quito, lugar en el que el yankee bueno y bueno es perseguido tras robar una motoreta de última generación a través de un paisaje de puestos callejeros de fruta, hasta que unos picoletos ataviados con sombreros XXXL, que debieron estar de moda durante el reinado de Alfonso XII, entren en escena para contribuir a su leyenda negra soltando hostias como panes al indefenso tío bueno x2.
Terrorífico, ¿verdad?, pues los guardia civiles con físico neanderthal no son lo peor de la función, seguro que no han reparado ésto…
¿89 céntimos el kilo de plátanos? Eso es ciencia-ficción y no Star Wars…
Y qué decir del proceso mental del director al decidir qué música ambientaría la escena. ¿Que estamos en España?, pues hala… los Gipsy King, total son franceses. Y ese final impagable cuando de repente se acaba la canción y aparecemos en un sosegado barrio de clase media yankee. Oh, Dios, qué éxtasis subliminal.
El siguiente vídeo tampoco tiene desperdicio, no crean…
Dieciocho pánfilos guardias civiles alrededor de una hoja de busca y captura de criminales señalando al coche en clara actitud retarded, y claro, patada en la puerta y el tío se larga como si tal cosa. Hasta Jackie Chang se avergonzaría de tamaña chapuza de guión. Y al final ale, el jodido cesped blue grass del jodido barrio yankee otra vez.
Uno más…
Ahí le tienen, saliendo de un Parador de la Juventud (¿ein?) sin dar el cante pese los cuarenta tacos que este tío no volverá a cumplir. Esta vez no hay plano del barrio de las verdes praderas de las narices pero sí un enigma por resolver: el origen de dos de las banderas que adornan la fachada del ¿hostel – parador?…
¿De dónde coño son las dos banderas que no he pixelizado? ¿De Freedonia? Dios, da toda la impresión de que el director artístico (si es que lo había) se sacó dos morcillas de la manga tal que así.
Esto es lo que hay. Espero con ansiedad el capítulo dedicado a Francia, en el que maleducados franchutes con bigote y boina se enfrentarán al tío dos veces bueno armados con baguettes en el mirador de la torre Eiffel. Mientras, las madres gabachas amamantarán a sus bebés con biberones de vino… Merlot, por supuesto.