Todo en hora y media…

Esta tarde fue como si me hubiese rociado con aquel invento de Steve Urkel que bautizó como Eau de Caña, osease, a toda leche.

Recibí una llamada de mi hermana pequeña sobre las siete.

«Mi conexión a Internet lleva todo el día caída. Tú entiendes algo. Si tienes tiempo, ven a ver si la puedes arreglar»

Sobre las siete y cinco salgo de casa y llego allí cinco minutos después (afortunadamente vive cerca), arreglo la conexión, le enseño cómo puede hacerlo ella misma, juego con mi sobrino unos minutos aprovechando un parón publicitario de los dibujos animados, salgo de allí para comprar unas cervezas y algo para picar durante la final, me cambio y me pongo ropa deportiva, salgo de allí, echo a correr en un lugar temerario sembrado de coches y con un puente que me cuesta subir, bajar es fácil lo malo es frenar, corro cuatro kilómetros y reservo parte de mis fuerzas para muscular mis brazos, pero las pesas están en un lugar algo lejano y debo llegar y llego, cincuenta flexiones pecho, otras cincuenta de brazo, otras cincuenta de abdomen, una chica con mallas negras me dice: «tranquilo, te va a dar algo», salgo escopetado de allí en busca de una ducha, diez minutos después el agua resbala sobre mi cara, me vuelvo a cambiar, cambio el agua de los canarios, consulto el correo, abro una cerveza, trato de ponerme cómodo, el Barça marca, aún resoplaba por entonces…

Al final veo a Pep Guardiola paseando por el cesped completamente solo. Y recuerdo que la última vez que jugó con el Barça, cuando todo había acabado y el estadio estaba vacío, pidió al club que le dejasen corretear por la hierba del Camp Nou unos minutos. Sólo su mujer y un empleado del club le observaron desde la grada aquella noche.

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