Debe de ser la cajera más patosa del mundo:
-Caballero, esto es una caja ecológica. Tendrá que comprar una bolsa de plástico reciclado.
-No importa.
-¿Está seguro?
-Claro.
-Son 15 céntimos…
-De verdad que no me importa.
Al comenzar a descargar el carrito, lanzó al suelo, de un involuntario manotazo, la bandeja de nuggets, la botella de tónica y el frasquito de salsa de soja, made in Taiwan, que a pesar de ser de cristal soportó la caída. La torpeza suele ser encantadora. Un rasgo de distinción, en función de la reacción posterior al descalabro. La suya fue una reacción átona y sin alma. Del tipo: «de ahí no pasas».
Cargado, con mi bolsa de 15 céntimos, me detuve en un banco de un parque cercano para trasladarlo todo a mi mochila. Una vez situados los raviolis en el único hueco restante, me llamó la atención una firma grabada en la madera…
Es muy posible que dentro de 20 años, G e I no piensen lo mismo. Aunque tampoco pensé en ellos demasiado, porque aquella frase me hizo recordar el verano de 2007. El verano de los conciertos. Debieron ser como 9 o 10 en mes y medio, distribuidos en varios lugares diferentes. Recordar el que dieron Los Planetas en la ciudad marrón me sigue emocionando. Y eso que J. no estaba precisamente en sus mejores condiciones. Si lo habitual es que de cada siete palabras se le entienda una, en aquella ocasión las siete se conviertieron en diez y la una en ninguna. Nena Daconte me gustan, les vi dos veces. Una de ellas, en el parking de un cine plagado de gente. Miguelito Bosé me cae bien, cosa que no puedo decir de su música. Y de Jarabe de Palo lo mejor que puedo decir es que me aburre, aunque parece un tipo simpático y seguramente esté equivocado.
En una extraña combinación, la noche que vi a Coti tocar en directo, un grupo de heavy metal le sirvió de telonero (Dios, que daño ha hecho Rammstein a la música). La hilera de adolescentes que se situó delante de nosotros debió acabar con los oídos hechos trizas a juzgar por sus gestos de asco. Al cabo de quince minutos de terminar el híbrido metalero, apareció el tipo argentino con sus canciones facilonas y su actitud de chico de al lado. Chaqueta y vaqueros negros, guitarra acústica y brincos constantes de un lado a otro del escenario. Al llegar el turno de «Nada fue un error», las adolescentes situadas delante comenzaron a gritar la letra como posesas. Si él cantó no lo sé, porque no le escuché. Y aquel arrebato sí fue encantador.
Qué curioso, también me hiciste recordar a mí. Siempre he pensado que a pesar de la turbulenta historia que tuve con G, nada de todo aquello fue un error, como me decían algunos amigos. Pongamos que mala suerte, o que lo que nos separaba era como un corte de realidad, como si perteneciésemos por momentos a mundos diferentes y ello nos hiciese sentir como extraños. Él y yo éramos G y A, también lo grabó en distintos sitios. No supe de él en mucho tiempo después de dejarlo, pero hace dos años me enteré de su muerte. Te afianzas pensando que nada de lo que vives es un error porque de alguna forma te ha servido para crecer como persona. Me ha dado mucha pena leer esa frase del banco, aunque a G no voy a olvidarlo nunca y además lo he inmortalizado en un relato. Saludos, Alex.
Querer a alguien nunca es un error. Aunque salga mal, y sale mal tantas veces.
Lamento tu pérdida. Cuando quieres a alguien le querrás para siempre, esté lejos o no. Debió ser un fuerte para ti.
Gracias por tu comentario, Angéline. Me ha gustado mucho. Me han entrado ganas de leer ese relato.
Te he dejado el relato en mi blog, Alex. En un comentario nuevo a continuación de las respuestas en el post «Feliz día.. libro». Un abrazo.
Lo acabo de leer, Angéline. Es un relato precioso.
Gracias, de veras.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho la frase de «La torpeza suele ser encantadora». Sí, suele serlo. A mí me lo parece, desde luego. Yo, que soy tan estricta que no me permito ni ser torpe, la considero una de los rasgos más atrayentes que hay.
Yo es que soy torpe de nacimiento. Raro es el día que no se me cae algo o tropiezo con un saliente del suelo. Por fuerza tengo pensar así.