Charlie es un fullero, un mentiroso, un ventajista, un cobarde, un yonki… Charlie es seguramente el más humano de los tipos que pueblan la extraña isla de «Lost». Se enamoró (perdidamente) por primera vez en su vida pasados los treinta, y tuvo que ser en un lugar maldito y de una veinteañera embarazada. Por ella renunció a la heroína… o tal vez no lo hizo. El polvo blanco tiene poder. Es el clásico tipo al que nunca darías la espalda pues sufre un tormento contínuo e interior que convierte sus actos en imprevisibles. Su hermano mayor y compañero de éxito en un grupo musical, tal vez la persona más importante de su vida (al menos hasta que apareció Claire), le falló repetidamente y aquello terminó por convertirle en un tipo asocial que desconfía de todos. Un superviviente que decidió merecía la pena sacrificarse por ella, al fin y al cabo no tenía demasiado que perder. El día antes de embarcarse en aquella misión suicida que se llevó su vida escribió una lista con las cosas de las que se sentía orgulloso para que Claire supiera algo más de él.
A mí tampoco me gusta hablar de mi pasado. Es aburrido, no hay mucho que contar. Sí contaré que el doce de febrero de 2008, en una sala de espera e imbuido por el espíritu de Charlie, escribí en una libreta las diez cosas de las que me siento orgulloso y las diez que me avergüenzan. Una mujer vestida de negro tosía sin pausa frente a mí, lo recuerdo. La segunda parte de la lista la rellené en apenas cinco minutos. Y puede que sean pequeñas cosas, anécdotas sin trascendencia, pero me avergüenzo tanto de ellas. La primera parte, los actos recordables, apenas alcazaron la quinta casilla. Y al contrario que la primera parte, al menos tres de ellas pueden ser a ojos ajenos muy importantes, pero de veras que son intrascendentes para mí. Al menos, ahora lo son. Tenía previsto tirar la lista en la papelera, a la salida de aquel lugar horrible, pero olvidé hacerlo. Luego pasaron cosas inesperadas hasta que me reencontré con aquella libreta a finales de abril. El cinco de mayo rellené la sexta casilla de las cosas de las que me siento orgulloso. Quedaban cuatro por cubrir cuando arranqué la hoja y la quemé en un lavabo.
Charlie es un modelo a seguir, lo comparta o no la mayoría. Y «Lost», en su delirio absoluto, es la hostia…
muy bonito el análisis del personaje, y muy bien traída la anécdota personal a su costa. eso sólo pueden hacerlo unos pocos. a mi charlie también me gustaba mucho, pero no me creo que se haya ido todavía.
un saludo de otra seguidora de la que para mi es la mejor serie de la historia de la televisión. mi enganche llega a tal punto que prefiero meterme todos los episodios de una temporada al completo, uno detrás de otro, todos seguidos, para no perder ni un gramo de interés.
así que no me cuentes nada de la quinta, que hasta que no termine no pienso ver ni oir…
No te podría contar mucho porque no he visto ni la cuarta ni la quinta temporada, Laura. Yo es que prefiero verla pausadamente y esperar con paciencia que el siguiente capítulo. Me da equilibrio hacerlo, aunque en no pocas ocasiones desearía adelantar el reloj y en lugar de ver tres capítulos seguidos que fueran nueve.
Muerto está, no sé si muerto-vivo, pero morir murió. Y bien que lo lamenté porque es mi personaje favorito. Su cinturón está lleno de muescas, cómo no quererle.