Caía una fuerte tormenta cuando…

… me desperté. Ocurrió entre las cuatro y las cinco de la madrugada. Y como no podía recuperar el sueño, me dio por elaborar una de esas prescindibles listas que llenan mis libretas.

Hay montones de formas de amar, y seguro que he olvidado más de una de esas fórmulas. Pero como todo esto va de cine, aunque no lo parezca, ahí va mi colección de clases de amor cinéfilos. Si es que es posible clasificar o definir el amor. Que ya sé que no lo es…

AMOR ADOLESCENTE

George Roy Hill dirigió esta preciosa fábula en 1979. El amor entra por primera vez en la vida de dos adolescentes que intentarán mantenerlo a salvo de la intromisión de los adultos con una desesperada huida a Venecia. Él (Thelonious Bernand) es un cinéfilo precoz. Ella (Diane Lane), una niña bien americana en Paris. De su encuentro nacerá una historia de amor que se retroalimentará de la inocencia para mantenerse viva. La quimera convertida en celuloide.

AMOR INGENUO

Los colorines de la Metro dieron origen a una de las pocas historias de amor masivas que se proyectaron en una pantalla: «Siete novias para siete hermanos».

Supongo que ellos, rudos montañeros a la par que excelentes bailarines, eran siete hermanos que necesitaban siete chicas para cubrir sus necesidades básicas (las físicas o las otras). Y que ellas, eran siete chicas que necesitaban a siete rudos montañeros para cubrir sus necesidades fundamentales (las físicas y las otras). Pero que no estaban dispuestas a ponerselo fácil.

Lo que ocurrió aquel invierno en el que los pasos montañosos se cubrieron de previsible nieve, sólo podía contarse de un edulcorado modo asequible para todos los públicos. Pasteles por un lado y troncos cortados por el otro. El amor en rosa.

AMOR Y SACRIFICIO

Aymé (Michel Blanc), es un granjero entrado en la cincuentena sin ningún atractivo físico. Su esposa muere un día, y él, quien apenas sentía afecto por ella, busca rápidamente a una sustituta que sepa cocinar y soporte la dura vida campestre. Lo que Aymé no esperaba era que se enamoraría de Elena (Medeea Marinescu), la atractiva chica rumana que le dijo que era muy guapo (era la única frase en francés que sabía pronunciar). Lo que vino después rescató a ambos del abismo.

De cómo el amor nos hace mejores y la dureza del corazón es reversible.

AMOR EN UNA ÚNICA DIRECCIÓN

La vida de Alex (Claude Rains) no debía ser nada fácil. Una madre castradora adosada, unos nazis tocapelotas exigiéndole uranio (si se oculta en botellas de vino, mejor. Hitch lo agradecerá) y una rutina gris alejada de la pasión. Hitchcock le dijo a Claude Rains que la única ideología de Alex era la del amor. Que debía notarse la necesidad de amar del añoso personaje. Y a juzgar por los resultados, el actor captó el mensaje.

Y qué ocurre si una chica como Ingrid Bergman se echa en tus brazos. Que lo único puedes hacer es recogerla en ellos. Aunque seas consciente de que terminarás perdiéndola. Y al fin y al cabo, si has de perder con alguien, que sea con Cary Grant.

AMOR OBSESIVO

Sí, claro, que te dejen es jodido. Pero irse a vivir a un edificio abandonado para vigilar los pasos de tu ex (con la venganza como objetivo), es excesivo en grado sumo. Lo sería para cualquiera… menos para Maggie (Meg Ryan), despechada amante que redescubrirá el amor de la mano de también despechado Sam (Matthew Broderick).

Entre los aspectos más destacables (y que pasaron desapercibidos en su día) de la película, destaca la ruinosa casa desde la que Maggie espía a su antiguo novio. Una metáfora de su propia vida. Por no citar el negro y cínico personaje al que da vida la Ryan. Es otra metáfora, la de la carrera de una reina rosa que perdió su aura por el camino.

Fue un fracaso de taquilla… tan mala no puede ser.


AMOR EN SILENCIO

A Cyrano (José Ferrer), lo único que le importa es que Roxanne (Mala Powers) esté bien, duerma bien, sea feliz (dentro de lo que es posible ser feliz en un convento), no sufra carencia de ningún tipo…

Bueno, también le importa que ella no sepa que él era el tipo que le escribía los versos que otro recitaba. Que no sepa que está enamorado de ella desde el día en que la vio por primera vez. Y si se entera, que sea en su último día. Dolerá menos.

AMOR ACCIDENTADO

«Y dónde estás tú mientras tanto»

«Esperando»

El amor duele, que se lo digan a Nickie Ferrante.

Nickie (Cary Grant) se enamoró de Terry (Deborah Kerr) durante un accidentado crucero por el Pacifico. Después quedaron en verse seis meses después, cuando sus vidas estuviesen estabilizadas. Pero el destino (y el guionista) es así… y Terry fue atropellada por un coche el día en el que debía reencontrarse con Nickie en el mirador del Empire State.

Meses de dolor y soledad más tarde, volvieron a verse. Y si él puede pintar, por qué ella no iba a poder caminar…

AMOR INTERESADO

No es nada bueno eso de enamorarse de alguien a quien no se conoce. Se corre el riesgo de acabar como Louis (Jean-Paul Belmondo) en «La Sirena del Mississippi»; enamorado hasta las trancas de una mujer, Julie (o Marion), que lo único que desea es su dinero. Pero el verdadero amor es inescrutable. Y si Louis debe dejarse matar por alguien, que sea la de ella la mano ejecutora.

El amor loco de Truffaut en su máxima expresión… O casi, la que viene ahora supera por puntos la desesperanza de Belmondo.

AMOR LOCO

Adele Hugo renegó de su familia, de su pasado, de ella misma por amor hacia el teniente Pinson. No encontró nunca reflejo para su pasión. De nada sirvió que se abandonase por completo, que durmiese en su puerta, que le diese dinero, que le llevase mujeres para que saciase su necesidad de otros cuerpos.

La locura de amor nunca fue mejor reflejada. Para Truffaut, el amor de Adele está viciado, es enfermizo, pero es puro. Su entrega es absoluta, hasta llegar incluso a morir por amor. El director francés trató de entender los mecanismos de la pasión a través de sus personajes. Fracasó, según el mismo confesó. Aunque películas como «La historia de Adele H.», le contradigan.

OTRA CLASE DE AMOR LOCO

El que dos esquizofrénicos se quieran no es noticia, ocurre con frecuencia. Incluso si tienen un hijo, tampoco es extraño. El que deseen mantener su amor lejos de la influencia externa, no es nada nuevo. Pero el que exista una película australiana protagonizada por dos esquizofrénicos que tratan de mantener su historia de amor lejos de los demás y tienen un hijo, todo ello sin caer en el melodrama, es reseñable. Básicamente porque la película es realmente buena. Muy buena, de hecho, pese al forzado giro dramático final.

AMOR IDIOTA

«Se ha plantado en medio de mi vida de una manera tan desprendida, tan afectuosa. No acabo de entenderlo, no soy más que un idiota, cuando antes se entere, mejor. Un flash me atraviesa el cerebro. Nada me lleva a pensar que ella dedica una centésima parte de tiempo a pensar en mí del que yo me dedico a pensar en ella»

Los idiotas también se enamoran. Pere (Santi Millán) se enamora de Sandra (Cayetana Guillén Cuervo), y sin saber por qué, comienza a necesitarla. Ni siquiera el desprecio que recibe a cambio le alejará de ella. Y así será, hasta que llega el día en el que él renuncia a ella y deja de apostarse a un lado de su camino, como un perro. Es entonces cuando ella le busca a él…

Es el amor idiota. Y es la mejor película de Ventura Pons.

AMOR INCONDICIONAL

Enamorarse de un fantasma requiere de dos premisas fundamentales:

Primera: Ser consciente de que su amada puede aparecer en cualquier instante o, en su defecto, tardar años en hacerlo

y Segunda: Tenga en cuenta que los contactos físicos estarán muy restringidos

Si se aceptan las condiciones, y además es usted un pintor de poco éxito, como Eben Adams, entonces está listo para conocer el amor incodicional.
Y qué bonita se veía a la Jennifer Jones etérea. Y menuda tormenta la de la escena final. Y qué faro. Y qué película…
Y UN ÚLTIMO AMOR LOCO

Por ella viajó hasta Nevada para plantarle cara a un mafioso de poca monta…

«Me da igual lo que me hagas. Por primera vez en mi vida estoy enamorado»

La cuestión es que Barry nunca había conocido a una chica como Lena. Había roto cristales en reuniones familiares; había visto cómo abandonaban muebles en plena carretera; incluso había llamado a teléfonos eróticos. Pero nunca había conocido a una chica como ella.

Y cuando dejaron de esforzarse para hacer que aquello fuese especial, empezó a ser realmente especial…

6 pensamientos en “Caía una fuerte tormenta cuando…

  1. Menuda tormenta aquella. Era tan estética que parecía sacada de un cuadro. Y qué faro. Tiene un aire a mi cabecera, es cierto. Por cierto, la primera vez que entré en tu blog hablabas de «Jennie». Una película especial que vi por primera vez gracias a un ciclo que le dedicaron en TVE a Jennifer Jones. Hoy día sería impensable ver una película en blanco y negro a las diez de la noche.

  2. La foto es fantástica. La encontré en Google hace tiempo, no sé si la podrás encontrar en mayor resolución.

    «Jennie» es una referencia para mí. Y esos faros en medio de la tormenta. Y él tratando de rescatarla. Bufff…

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