La premisa de toda serie televisiva consiste en crear una historia de amor creible. Si además se trata de una historia imposible, mucho mejor. Si se consigue, y aunque la serie sea mediocre, el espectador dilatará muchas de sus horas y años en espera de que llegue un momento como el que acabo de ver hace poco más de una hora…
No, Álex, no llego. No hay texto debajo de la imagen para mí. ¿Es…?
Ese es el error de la serie americana. Es una serie descafeinada, dulce, nada que ver con el vitriolo de la inglesa.
En el universo Gervais hay más vergüenza, mas realidad, mas pequeñas miserias, mas declaraciones de amor que te tienes que tragar, mas rechazo, mas verdad, y cuando hay una mirada complice o un momento asi, que nunca llega a ser tan explicitamente happy, te llega mas.
Lo que pasa es que la tierna Pam enamora mas que su homologa inglesa. Eso es lo que pasa.
Pues, Emilio, se trata de la serie «The Office» en su versión americana. Cuestionada serie, alabada por algunos y cuestionada por otros. Personalmente, te diré que me parece una serie cosmética. No digo más…
La versión inglesa es muy superior, Mycroft. Por descontado. Es mucho más realista. La bilis se hace notar en cada plano. No hay discusión posible. Sin embargo, el remake americano tiene un punto fuerte: la historia de amor entre Pam y Jim. El único motivo por el que la sigo aún. Porque hay ocasiones (muchas ocasiones) en las que acaba el episodio y no sabes qué ha ocurrido. La degradación, tras cinco temporadas, es absoluta.
Y sí, Jenna Fisher es adorable. Mucho más que su sosias inglesa. No me extraña que Jim no pueda dejar de pensar en ella. Aunque Niles Cranes tardó un par de años más en declarar su amor por Dahnee Moon en «Frasier». Algo que todo Seattle sabía menos ella.
Me quedo fuera en series de televisión. Americanas. Inglesas. Turcas. Me parece que no he acabado yo de encontrar el equilibrio necesario para pensar que ver series de televisión me priva, en el fondo, de ver cine en casa. De acuerdo que el cine hay que verlo en pantalla grande, pero no siempre puede uno ver una película diaria en la calle. Me he enganchado a algunas series. Ahora Dexter. Segunda temporada. Voy por el capítulo 7. Soy inconstante. Ser voluble me permite intercalar DVDs. A mansalva a veces. La noche en que no veo cine, pensaba antes, me falta algo. Ahora no sé si es totalmente necesario. El cine, con el tiempo, me sigue gustando muchísimo, qué voy a contar, pero será la edad o algún virus incontrolado en mi torrente sanguíneo que me deprime el salto sináptico, pero no tengo el júbilo de antes, Álex. Así, las series se me hacen un mundo. Y por supuesto las que veo, lo hago de una tacada, sin depender del infame abuso de las cadenas televisivas. Qué horror. Un saludo, Álex. Otro, Mycroft. A ver si entre los tres nos volvemos a tirar un cuento. Escrito trinitariamente, por ejemplo. Lo empieza uno. Lo sigue otro. Lo acaba el tercero. Cosas más terribles he visto yo en esta sacrosanta casa blogoperra, como dice ahora un amigo mío.
La edad de oro de las series ha dejado tocado al cine.
Hay mas cine en Lost que en la cartelera este verano. Vi las aplaudidas Pozos de ambicion y No es pais para viejos, y contemplé lo bien hechas que están y lo aburridas que son.
Uno ve Extras de Gervais, y contempla al mejor cómico del momento darte en media hora mas material sobre la naturaleza humana que casi todas las peliculas de este año.
Eso si, las pocas que me has gustado (Joe Strummer, The Fall, In Bruges, This is England) me han gustado mucho.
Tengo que darle la razón a Mycroft, Emilio. Las series de televisión viven una nueva edad de oro. El talento parece haberse desplazado hacia la pequeña pantalla en detrimento de la plateada. La historia se repite, ya ocurrió en los años cincuenta. El cine pretende frenar la sangría de espectadores mediante el ruido y la televisión se aprovecha de ello facturando muchas series de calidad y algunas joyas.
Tal vez pronto te pida colaboración para un nuevo cuento, Emilio. La segunda (como la primera) experiencia no fue nada mala. Se lo pediré (si él quiere) a Mycroft también, por supuesto. Él fue el primero. Es el quemador que da gas a mi invento navideño.
«Lost» es fantástica, Mycroft. Es muy buena. Y hay muchas series más que desde hace años están sacando las vengüenzas al cine. Es un periodo extraño para la industria. Desde los setenta no se vivía nada igual. La calidad se desplaza de lugar y no hay manera de evitarlo. Aunque «Dexter» no sea, a mi entender, un referente.
«This is England» es magnifica. El resto no lo he visto. Leí la reseña que dedicaste a «Joe Strummer». Trataré de verla. Además de ser interesante, es un tipo básico para entender la evoluciónde la música en el último cuarto de siglo.